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La no presencialidad en las aulas tiene distintos efectos en el alumnado. Hay estudiantes que se alegran porque así se quedan en casa, en la comodidad de sus sillas frente a sus pantallas, hay estudiantes que no están conformes porque encuentran en las aulas un espacio agradable, pero hay también alumnado que, ante la imposibilidad de ir a las aulas, se queda sin poder decidir libremente qué hacer, ya que no disponen de conexión a Internet y/o un dispositivo para seguir las clases. Tristemente, esta última es la situación de muchos grupos vulnerables.

En esta línea, en el artículo The Essence of Education in Disruptive COVID-19 Crisis: Capturing the Lived Experience of College Students in the Philippines, publicado en la revista científica RIMCIS (‘International and Multidisciplinary Journal of Social Sciences’), se entrevistó a diez estudiantes indígenas de Filipinas, seis mujeres y cuatro hombres de entre 19 y 23 años, la mitad perteneciente a la población indígena lumad y el resto perteneciente a la población indígena islamizada. Todas las personas participantes son de Mindanao, una zona con una tasa de alfabetización de las más bajas del país.

Los y las participantes hablaron sobre la educación a distancia y el aprendizaje durante la pandemia. Según las conclusiones extraídas, la educación se ha percibido desde cuatro puntos distintos: 

  1. La educación ha cambiado la ecología. La modalidad online ha implicado un cambio en las interacciones y el alumnado vio que, por el hecho de pertenecer a una minoría, se requerían más ajustes para poder adquirir el aprendizaje deseado, que no siempre se cumplía.
  2. La educación está llena de divisiones. Vivir en zonas remotas con un acceso a Internet no solo reducido, sino en muchos casos inexistente, fue un factor que tuvo mucho peso como barrera para poder seguir estudiando. 
  3. La educación es un motor de aspiración más allá de la crisis. El alumnado tuvo que transformar las dificultades en posibilidades y encontrar en la crisis sanitaria una motivación que les fortalece para continuar sus sueños de seguir estudiando.
  4. La educación tiene resultados positivos no esperados. El reto de estudiar con todo en contra hizo que lo tomaran como un obstáculo más superado y que desarrollaran habilidades como la persistencia, la responsabilidad y la perseverancia, saber gestionar el tiempo y no darse por vencidos ni por vencidas.

Como ya se evidenció en otros artículos, los grupos vulnerables y minorías que ya sufrían desigualdades antes de la crisis, vieron cómo éstas se multiplicaban y hasta detectaban nuevas dificultades. Es impresionante ver cómo ante obstáculos que están fuera de nuestro control, las personas somos capaces de encontrar fuerza y motivación para seguir luchando por lo que deseamos. Y es más increíble aún saber que algo que damos por hecho algunas personas, como el acceso a la educación, es la clave para que muchas minorías en situación vulnerable salgan adelante, mejoren sus vidas y transformen la situación en la que viven.

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