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Existe una corriente de pensamiento social con discursos aparentemente profeministas que detecta con facilidad, señala las prácticas y discursos que fomentan la violencia de género cuando se trata de personas alejadas de su ideología política o de sus entornos sociales.  En cambio alude al “en el fondo tod@s somos víctimas del machismo” cuando los actos los cometen personas de su entorno social o de su ideología política. Dicha afirmación sólo consigue justificar a los agresores de los actos cometidos e invisibilizar a sus víctimas. Pasando por víctimas a los mismos agresores.

El asesinato de una niña de tres años por parte de su padre en Madrid evidencian una vez más que la violencia de género no recae en unos entornos, culturas, religiones, ideologías determinadas, sino que se manifiesta principalmente en aquellos entornos en los que es más silenciada. Incluyendo espacios que vienen a manifestarse como de izquierdas o “progres”. 

El infanticidio de esta semana pone de manifiesto la necesidad de romper el silencio sobre la violencia de género en todos los espacios y entornos.  La violencia de género conlleva una problemática que desde siempre ha tenido a mujeres y hombres a favor y en contra. Es gracias a quienes se posicionan a favor que se consigue avanzar en su denuncia, visibilización y prevención, indistintamente del entorno en el que tenga lugar.

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