Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) se definen como una disfunción neurológica y del desarrollo que afecta a las interacciones sociales y a la comunicación y que se caracteriza por una variedad repetitiva y/o restringida de comportamientos e intereses. Habitualmente no se diagnostica hasta los 3 años, pero cada vez existe mayor interés médico en investigar los efectos de intervenciones tempranas durante los dos primeros años de vida, cuando ya pueden observarse los primeros signos de desarrollo atípico y el cerebro está evolucionando rápidamente.
La investigación Effect of preemptive intervention on developmental outcomes among infants showing early signs of autism. A randomized clinical trial of outcomes to diagnosis, publicada en la revista científica “JAMA Pediatrics”, presenta un ensayo clínico aleatorizado con 104 bebés de 9 a 14 meses que mostraban signos conductuales tempranos asociados a un TEA atendiendo a la lista de verificación SACS-R: contacto visual espontáneo, señalamiento protodeclarativo, gestos sociales, imitación y respuesta al nombre. Un patrón de comportamiento atípico de bebés en al menos tres de estos cinco elementos sugiere una mayor probabilidad de un diagnóstico de TEA en la infancia posterior. Todas las bebés y todos los bebés se evaluaron al inicio del estudio, al finalizar el tratamiento y, con posterioridad, a las edades de 2 años y de 3 años. Al azar, se seleccionaron 50 bebés para recibir, además de la atención pediátrica habitual, las técnicas de intervención temprana iBASIS-Video Interaction to Promote Positive Parenting (iBASIS-VIPP); mientras el resto únicamente recibieron la atención pediátrica habitual. Los aspectos centrales de la intervención iBASIS-VIPP incluyen (1) el entrenamiento de las familias en aspectos sociales y comunicativos para la interacción con sus bebés, (2) la visualización de extractos de vídeos que muestran ejemplos de conductas positivas de bebés y formas de interacciones receptivas de quienes están a su cuidado, y (3) observaciones por parte de terapeutas profesionales y ayuda para la autorreflexión de las familias y la mejora en el enfoque de sus interacciones comunicativas y respuestas a las conductas de sus bebés. Tras 10 sesiones de intervención preventiva a través de la formación en interacciones y comunicación social con iBASIS-VIPP, los resultados primarios demostraron una reducción de la gravedad de los síntomas del TEA en la primera infancia y los resultados secundarios evidenciaron una reducción también de las probabilidades de un diagnóstico clínico de TEA a los 3 años de edad de los y las bebés cuyas familias habían recibido este asesoramiento para la mejora de las competencias sociales y comunicativas con sus hijos e hijas.
Se trata del primer ensayo clínico aleatorizado en demostrar que una intervención preventiva basada en competencias sociales, comunicativas y de interacción con bebés que muestran signos tempranos de TEA, tiene un impacto duradero en la reducción de la gravedad de los síntomas y, significativamente, en la reducción de las posibilidades de diagnóstico en la primera infancia. La intensidad terapéutica relativamente baja y la ausencia de efectos adversos son clave para la adopción de modelos similares para el diagnóstico y la intervención temprana por parte de los sistemas públicos de salud, demostrándose una vez más el impacto vital que las interacciones sociales y comunicativas de calidad tienen en el desarrollo cognitivo, emocional y social; también a la hora de reducir los síntomas del autismo.
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