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¿Acaso comprar por internet nos convierte en gente más moderna, más joven, más cool? Esta creencia podría ser el motivo por el cual se generan en Catalunya, por ejemplo, más de 40 millones de desplazamientos anuales para entregar una multitud de compras realizadas on line. Se calcula que un 85% de los suministros se efectúan a domicilio, sea el particular o en el lugar de trabajo, mientras que el resto se hacen en puntos de recogida. Eso es, un 15% de los compradores deben desplazarse para obtener su pedido. ¿Hacer el encargo por internet aporta así alguna ventaja? Es obvio que no. Entonces, ¿a qué viene el apuntarse a esta moda?

Varios son los interrogantes y una la incuestionable constatación: tantos millones de viajes para el reparto provocan un tránsito enorme y una contaminación medioambiental insostenibles. Sin embargo, tan solo un 30% de los compradores en línea se muestra consciente de las consecuencias de este tipo de consumo.

Ante el creciente aumento del reparto de mercancías, se ha propugnado la instalación de puntos de recogida a fin de restringir en un 25% las entregas a domicilio. Paños calientes, en lenguaje coloquial, puesto que la cantidad de desplazamientos motorizados continuará siendo descomunal. 

A fin de cuentas, ¿por qué no se compra cerca de casa? No es fácil entender por qué las compradoras y compradores de ciudades y pueblos grandes no van a la tienda de al lado. Miran, remueven, eligen, se comunican personalmente, se llevan la mercancía consigo, a no ser que pese demasiado. Es de desear que la sensatez retorne, que las tiendas de barrio no mueran, que la calidad del aire mejore, y que la salud de los mortales no empeore. 

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