La Asociación de Estudiantes -Guild of Students- de la Universidad de Birmingham ha incrementado las medidas de seguridad en los eventos que se organizan en sus instalaciones de ocio nocturno, tras denunciarse dos casos de ataques con agujas en una fiesta de Halloween.
Esta técnica podría ser una variación de la ya conocida como spiking, la estrategia de introducir a escondidas sustancias en la bebida de la víctima, un crimen que a menudo tiene como foco a las mujeres, principalmente con el objetivo de cometer un abuso sexual. La sustancia inyectada sería similar a la llamada droga de violación, también con un efecto narcótico.
El modus operandi es el mismo en todos los casos que se han denunciado en diferentes regiones del Reino Unido. En distintas noticias procedentes de BBC News, las víctimas aseguran haber sufrido un desmayo tras sentir un pinchazo mientras bailaban o estaban distraídas en la discoteca. Describen náuseas, vómitos, temblores, somnolencia, pérdida del habla, dolor, picor y la sensación de estar muy bebidas. Algunas declaran no haber sentido ningún pinchazo, sienten un repentino mareo y la pérdida de conocimiento. Algunas víctimas tienen que ser trasladadas a servicios de urgencias y cuando despiertan no recuerdan lo sucedido.
Las investigaciones que se están realizando por parte de la policía británica revelan el aumento de los casos de estudiantes drogadas en discotecas los últimos meses, constatando que a veces han ocurrido en fiestas organizadas en las propias universidades para celebrar Halloween o Freshers Week, una semana de bienvenida para estudiantes de nuevo ingreso.
Algunas mujeres afectadas han decidido publicar en redes sociales como TikTok la marca provocada por las inyecciones, para así dar visibilidad a los casos, y más de 50 universidades del Reino Unido se unieron en una campaña por Internet para boicotear los locales nocturnos y exigir seguridad y protección.
Diferentes instituciones están publicando consejos para actuar ante estas situaciones: no dejar sola a la víctima, avisar a una persona responsable del establecimiento, hablar con la víctima para intentar mantenerla consciente, intentar que no beba alcohol y procurar que vuelva a casa acompañada de alguien de confianza.
También hay grupos de jóvenes que se organizan para cuidarse mutuamente, vigilar las bebidas, asegurar que todas y todos vuelven a casa en buen estado. De hecho, en algunos testimonios, las víctimas agradecen la ayuda recibida de sus amistades y se horrorizan pensando qué les habría pasado si no hubieran contado con esta ayuda.
El problema es cuando se ignora que en estos ambientes hay también violencia de género porque tradicional, oficial y jurídicamente esta se ha vinculado a las relaciones estables. Es vital acercar a las y los jóvenes las evidencias científicas que demuestran que la violencia de género también está muy presente en las relaciones esporádicas y en ambientes nocturnos coercitivos en los que los ligues despreciativos están al acecho para ‘usar y tirar’ a las mujeres con consecuencias a veces tan nefastas como las que se han descrito.
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