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“Hay una diferencia entre la bondad pasiva y la bondad activa, lo que es, en mi opinión, la entrega del tiempo y energía de uno en aliviar el sufrimiento y el dolor. Supone salir, buscar y ayudar a aquellos que sufren y están en peligro, y no simplemente seguir una vida ejemplar, de forma puramente pasiva sin hacer el mal”. Son palabras de Sir Nicholas Winton, quien salvó a 669 niñas y niños checoslovacos de una muerte casi asegurada en 1939, tras la invasión nazi. 

Nicholas Winton planeaba pasar unos días de vacaciones en Suiza cuando un amigo le llamó y le propuso ir a Praga para trabajar en los campos de refugiados donde muchas personas estaban malviviendo. Fue entonces cuando decidió hacer algo para salvar a tantos niños y niñas como pudiese, organizando un traslado en avión y siete más en trenes. Es importante resaltar que no lo hizo solo, sino que desde el principio fue consciente de la necesidad de hacer red. Primero, con la ayuda de otro amigo; más adelante, logró la colaboración del gobierno sueco y en parte la del británico y, finalmente, creó un comité que en un principio estaba formado por él mismo, su madre, su secretaria y unas cuantas personas voluntarias. Además, publicó anuncios en la prensa británica y contactó con iglesias y sinagogas pidiendo colaboración.

En la Historia ha habido muchas personas que, como Winton, decidieron pasar a la acción tras conocer injusticias existentes. Es fundamental para quienes queremos un mundo mejor acceder al conocimiento, a las evidencias científicas que ponen sobre la mesa los problemas del mundo y las acciones que están ya contribuyendo a su superación. Es así como nuestras acciones tendrán un impacto, mucho más todavía si trabajamos en red todas y todos a una.

Sabemos por la literatura científica que los hombres podemos tener actitudes acordes con diferentes modelos de masculinidad. Aquellos que generan violencia siempre responden a una masculinidad tradicional dominante (MTD), mientras que hay quienes no la causan pero tampoco ayudan a detenerla (masculinidad tradicional oprimida, MTO). En muchas ocasiones, se llama “buenos chicos” a estos últimos, y en este punto es importante volver a la idea del inicio: no basta con no hacer el mal, porque esa “bondad pasiva” permite que los hombres MTD sigan ejerciendo violencia. 

En cambio, los chicos y los hombres que tienen actitudes NAM (nuevas masculinidades alternativas) no se quedan en esa bondad pasiva, sino que contribuyen activamente a mejorar las vidas de las demás personas. En las escuelas, en el lugar de trabajo, en las universidades o en las calles podemos encontrar una gran diversidad de chicos y hombres que se posicionan como upstanders; es decir, no callan ante una injusticia, sino que actúan para mejorar la situación. Esa bondad activa es una cualidad de las nuevas masculinidades alternativas que va unida a los buenos valores, a la vez que a la valentía, la fuerza y la seguridad. Quienes quieren ser más NAM, y que los niños y los jóvenes crezcan con esas actitudes, tienen muy claro que la transformación es posible y por eso, como decía Winton, “entregan su tiempo y energía” para mejorar las vidas de las demás personas. Son upstanders y son buenos, sin comillas.

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