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En los años duros en que mujeres valientes estaban reiniciando el feminismo bajo la dictadura, P era de las que decía que  el feminismo era pequeño burgués y dividía a la clase obrera.  Esas feministas reconocían y reconocen a quienes las precedieron como Clara Campoamor o las Mujeres Libres. Cuando el feminismo triunfó de nuevo a partir de 1976, P se apuntó para lograr remuneraciones, posiciones académicas y cargos desde los que invisibiliza y relega a quienes la habían precedido.  

Para lograr ascender en las categorías de la universidad feudal, con un bajísimo impacto científico que hoy puede ver cualquiera en las bases de datos, llevar a cabo este tipo de trayectorias a menudo significa ponerse en contra de las víctimas y de las feministas que las apoyan. Para quienes atacan a las víctimas, que se les una mujer con disfraz de feminista es una contribución que premian ostensiblemente. P fue extendiendo su fama de “experta en género”, se hacía decir a sí misma que incluso era pionera en esta disciplina, pero siempre moviéndose por interés, para hacerse un hueco y tener protagonismo, en ocasiones colaborando activamente para que otras personas no lo tuvieran. 

Los logros de la lucha contra el acoso sexual en la universidad hacen que también se vayan desenmascarando personas como P, que van viendo cómo ‘pisar para avanzar’ se les va acabando y las personas que antes se iban arrastrando a sus pies, ya van viendo cómo algunas “expertas” de eso solo tienen el nombre porque no han contribuido a ninguna transformación, más bien al contrario, han incrementado su fama y sus cuentas, uniéndose a quienes atacan a las víctimas. 

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