Los programas de prevención del acoso, la violencia en las citas y la violencia sexual, basados en bystander intervention, intervención de las personas que son testigos, han demostrado ser eficaces para prevenir diferentes tipos de violencia. Estos programas dotan a las personas de una serie de habilidades para identificar casos de violencia o acoso e intervenir de forma segura ante actitudes o comportamientos que conducen a la violencia o situaciones reales de violencia. Esta intervención de las personas que son testigos de situaciones de violencia o acoso puede abarcar desde la intervención directa (por ejemplo, impedir que una persona ebria sea llevada a una zona privada durante una fiesta), hasta delegar o pedir ayuda a otras personas o distraer sin confrontación directa (por ejemplo, contar un chiste). La mayoría de estos comportamientos se producen en espacios públicos, en interacción con otras personas, lo que puede influir en la percepción que tiene quien es testigo de la violencia y en su intención de actuar o no (conveniencia social de actuar, tener en cuenta lo que otras personas harán o no harán, la deseabilidad social de quien actúa ante la violencia, etc.).
En la investigación Who will be a bystander? An exploratory study of first-person perception effects on campus bystander behavioral intentions, publicada en la revista científica “Journal of Family Violence”, ahondaron sobre si los programas bystander intervention pueden mejorarse teniendo en cuenta la percepción de las personas. Es decir, sobre cómo, en función de la percepción sobre las otras personas o uno/a mismo/a, se puede actuar ante un caso de violencia o no. En el estudio incluyeron la descripción de varios casos hipotéticos de acoso o violencia y pasaron una encuesta a 379 estudiantes de universidad.
Los resultados muestran que los y las participantes percibían que, ante las situaciones de acoso hipotéticas incluidas en el estudio serían más propensos y propensas a intervenir en comparación con sus compañeros y compañeras. Entre quienes participaron hubo una tendencia a la empatía y a la autorresponsabilidad a pesar de percibir que las demás personas, ante esos casos, no actuarían. Las mujeres estudiantes percibían que estarían más dispuestas a actuar. También lo estarían quienes han recibido formación previa basada en bystander intervention, siendo importante que esta formación sea reforzada a lo largo del tiempo. Ante estos resultados se destaca que las formaciones son muy importantes para prevenir la violencia, actuar ante casos de acoso que pueden ser socialmente percibidos como ambiguos y pueden aumentar la probabilidad de que quien es espectador o espectadora intervenga. Por último, los resultados muestran que se percibe con mayor deseabilidad social a quien actúa ante casos de violencia y acoso, por lo que resaltar este aspecto positivo puede ser una vía muy eficaz para aumentar la respuesta de quienes son testigos de violencia.
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