Hace unas semanas The Conversation (T.C) publicó un artículo en el que visibiliza como tras el aumento de encarcelamientos de mujeres procedentes de las Primeras Naciones de Australia se encuentra muchas veces la violencia de género. Según muestra la estadística nacional australiana publicada en 2021, el 37% de las mujeres encarceladas son aborígenes a pesar de que en el cómputo nacional sólo representan el 2% de la población. El aumento de casos con este perfil desde 2013, según el gobierno australiano, ha sido de un 40%. En otras palabras, actualmente la tasa de mujeres indígenas encarceladas es 20 veces mayor que la de mujeres no indígenas. Una realidad que, según un estudio de justicia llevado a cabo por el Consejo legislativo australiano, se explica debido a la desigualdad social que experimentan a través de la intersección entre pobreza, racismo y sexismo que sufren. Los hallazgos del mismo revelan datos como que hasta el 90% de mujeres aborígenes e isleñas del Estrecho de Torres encarceladas en Australia Occidental han experimentado algún tipo de violencia de género. Otro dato preocupante es la prevalencia del abuso sexual infantil en las reclusas que se sitúa entre el 57% y el 90% según una revisión bibliográfica que se recoge también en el mismo proyecto de investigación.
Lo que se aprecia es que una parte importante de estas experiencias de violencia están vinculadas en mayor o menor medida a los delitos que cometen las mujeres. El trauma y las situaciones a las que se ven expuestas a consecuencia de ello como, por ejemplo, los problemas de salud mental, el abuso de sustancias, el desempleo y el fracaso educativo son factores que afectan de manera desproporcionada a las mujeres de las Primeras Naciones de Australia.
Su caso no es único, el Comité de la ONU contra la Tortura así como la Relatora Especial sobre la violencia contra las mujeres catalogaron en 2019 el encarcelamiento excesivo de mujeres indígenas como una crisis mundial.
Sin embargo y a pesar de las preocupantes desigualdades sociales, la violencia de género no es exclusiva de un sector de la población femenina, etnia o pueblo en concreto sino que afecta a diversidad de mujeres con muy diferentes situaciones y estatus sociocultural. Por otro lado, conocer cada vez más estudios e investigaciones que visibilicen hasta qué punto puede ser un factor que conduzca a mujeres víctimas a delinquir puede ayudar a personas, organismos y autoridades con competencia en ello, a entender mejor, no sólo sus trayectorias personales, también a pensar caminos de reinserción y oportunidades de transformación personal con más garantías de éxito, así como ser cada vez más conscientes y comprender mejor el alcance y las implicaciones de la violencia de género para el conjunto de la sociedad.
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