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Kyle Myers y colegas publicaron en “Nature Human Behaviour” en 2020 un artículo que se acabaría convirtiendo en uno de los cien más compartidos en redes sociales según el índice “Altmetrics the Top 100” de 2020. En la investigación Unequal effects of the COVID-19 pandemic on scientists, este grupo de investigadores e investigadoras obtuvieron una serie de datos que les permitieron mostrar que el COVID-19 no ha afectado por igual a todas las personas que se dedican a la ciencia. 

Una encuesta de este grupo de investigadores e investigadoras indica que las científicas que trabajan en las “ciencias de referencia” y, especialmente, las científicas madres de niñas y niños pequeños, experimentaron una disminución sustancial en el tiempo dedicado a la investigación. Tal y como es de esperar, esto podría tener importantes efectos a corto y largo plazo en sus carreras, algo que las personas al frente de instituciones científicas y las agencias de investigación deberán tener en cuenta y dar respuesta a ello, advierten Myers y colegas. 

Para ello, este equipo realizó una encuesta preliminar que distribuyó el 13 de abril de 2020, aproximadamente un mes después de que la Organización Mundial de la Salud declarara que el COVID-19 era una pandemia. La encuesta se dirigió a personas del ámbito de la ciencia que residen y trabajan en Estados Unidos y en diferentes países de Europa, que están en diferentes etapas de su carrera profesional y que tienen un perfil demográfico también diferente. En una semana recibieron 4.535 respuestas completas de profesoras o investigadoras principales. 

Los resultados de la encuesta mostraron que la pandemia ha impactado de forma variada en las dinámicas de trabajo de los y las investigadoras. En general, ha habido una disminución en el total de horas de trabajo, con una caída promedio que ha pasado de las 61 horas por semana antes de la pandemia a unas 54 horas en el momento de la encuesta. Aunque solo el 5% de los y las científicas informaron de que trabajaron 42 horas o menos antes de la pandemia, esta proporción aumentó casi seis veces, hasta situarse en el 30% durante la pandemia. Sin embargo, la pandemia parece haber afectado a aquellos y aquellas dedicadas a la ciencia de diferentes maneras. Aunque el 55% informó de una disminución en el total de horas de trabajo, el 27% informó de que no hubo cambios y el 18% informó sobre un aumento en el tiempo dedicado al trabajo.

Quienes trabajan en campos que tienden a depender de laboratorios físicos y experimentos sensibles al tiempo (ciencias de laboratorio como bioquímica, ciencias biológicas, química e ingeniería química) notificaron las mayores disminuciones en el tiempo de investigación, en el rango de 30 a 40% por debajo de los valores previos a los niveles pandémicos. Por el contrario, los campos que requieren menos equipo o laboratorios físicos, como las matemáticas, la estadística, la informática y la economía, registraron las menores disminuciones en el tiempo de investigación. La diferencia entre campos puede ser hasta cuatro veces mayor.

Otra consecuencia esperada fue que las científicas y las personas con dependientes jóvenes se ven afectadas de manera desproporcionada. Myers y colegas observaron que existe una brecha de género persistente y bien documentada en la ciencia. Las científicas y científicas con dependientes jóvenes informaron de que su capacidad para dedicar tiempo a su investigación se ha visto sustancialmente afectada, y estos efectos parecen aditivos: el impacto es más pronunciado para las científicas con dependientes jóvenes.

Con todo, este estudio indica que, aún sin haber vuelto a un escenario normal, los y las responsables de las políticas científicas deben tener en cuenta la distribución desigual de la carga de trabajo y de las responsabilidades del cuidado y cómo se asumen de forma desigual por científicas y científicos.

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