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El pasado 30 de julio se celebró el día Internacional contra la Trata de Seres Humanos. Este año el motivo de la campaña se ha centrado en destacar la importancia de escuchar y aprender de las personas supervivientes de trata de seres humanos. Incluir las voces de las supervivientes es fundamental para identificar medidas eficaces que contribuyan a prevenir la trata, rescatar a las víctimas y apoyarlas en su camino hacia la libertad.

El artículo Prevention of Child Sexual Exploitation: Insights from Adult Survivors, publicado en la revista JCR “Journal of Interpersonal Violence”, incluye los resultados de un estudio cualitativo retrospectivo en el que se exploró la prevención de la explotación sexual infantil desde la perspectiva de mujeres adultas supervivientes. Las participantes en el estudio habían sido explotadas sexualmente cuando eran menores de edad y vivían en EE.UU. 

A partir de las experiencias de las supervivientes, en el estudio identificaron seis aspectos fundamentales de los que aprender para mejorar la prevención de la explotación sexual en la infancia. En primer lugar, las víctimas identificaron la dificultad que tuvieron para confiar en las y los profesionales sanitarios. Es fundamental que el personal sanitario identifique factores de riesgo y sepa responder apropiadamente, construyendo relaciones seguras y de confianza. En segundo lugar, también se identificó una dificultad para confiar en los y las agentes de seguridad y cómo, según la experiencia de las víctimas, algunos miembros de las fuerzas del orden contribuyeron a su explotación en lugar de proporcionarles vías de seguridad. Como recomendación se sugiere el establecimiento de intervenciones basadas en la comunidad, supervisión y protocolos de investigación para prevenir los casos de abusos por parte de agentes. También es importante crear un ambiente y una cultura en el que los y las menores explotadas sean percibidas como víctimas dignas de respecto y protección. En tercer lugar, las víctimas pueden no estar dispuestas a hablar sobre su trayectoria personal si eso implica tener que identificar a familiares cercanos. Esto debe ser tenido en cuenta por los y las profesionales que les atiendan para que no suponga una barrera en la ayuda a las víctimas. En cuarto lugar, algunas víctimas habían experimentado comportamientos autodestructivos que podían ser una manifestación de los abusos o la violencia que estaban sufriendo. Aprender de las manifestaciones de conductas autodestructivas puede ser clave para detectar y prevenir. En quinto lugar, se señala la necesidad de concienciar sobre esta problemática en los entornos educativos. Si bien algunas víctimas hablaban positivamente de sus profesoras o profesores, comentaron que apenas les  preguntaron sobre si necesitaban recursos o si se sentían seguras, probablemente por la falta de formación sobre esta problemática. También puede que el profesorado identificara la necesidad de preguntar pero no se sintiera capaz de proporcionar ayuda. Quizás si alguno de sus profesores o profesoras hubiese indagado más, las trayectorias de las menores víctimas de explotación sexual hubieran cambiado. En sexto lugar, la importancia de que las y los jóvenes, en especial quienes están en riesgo, reciban formación sobre explotación sexual de menores durante su infancia para que la propia falta de concienciación y formación no aumente su vulnerabilidad a la explotación sexual.

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