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En marzo de 2020 la OMS determinó que la COVID-19 podía categorizarse como una pandemia. Las consecuencias que se sucedieron en todo el mundo fueron desastrosas a nivel de pérdida de vidas humanas, impactando negativamente en todos los niveles y ámbitos de la sociedad. Las víctimas de violencia de género en el contexto de la pareja también sufrieron consecuencias. La revista “Journal of Family Violence” ha publicado los resultados de un estudio piloto que recoge las experiencias de supervivientes de violencia de género en el uso de servicios de atención a víctimas en el contexto de la pandemia del COVID-19. El artículo, Survivors’ experiences of intimate partner violence and shelter utilization during COVID-19, recoge los resultados de esta investigación cualitativa en la que se entrevistó a mujeres en entornos urbanos y rurales en Estados Unidos a lo largo de marzo de 2020.  

El artículo sugiere que la pandemia ha tenido un efecto pernicioso en las supervivientes de la violencia de género y que ha llevado a un aumento de casos identificados. Aunque también indica que las evidencias sobre el impacto y el uso de los servicios de atención a víctimas son algo contradictorias. Algunas investigaciones señalan que el uso de estos servicios ha disminuido ya que las víctimas, al estar las 24 horas del día confinadas con sus parejas, han podido tener menos oportunidades de pedir ayuda. No obstante, otras investigaciones indican que las llamadas de ayuda han aumentado y que los refugios para mujeres maltratadas están al límite de su capacidad. 

Los resultados del estudio piloto muestran la dificultad de las supervivientes y de los centros de acogida para adaptarse a las medidas de seguridad y distanciamiento social impuestas para prevenir la expansión de la COVID-19. Una parte importante de las medidas de protección social incluían el aislamiento y distanciamiento de otras personas. En general, las supervivientes destacaron positivamente el apoyo recibido por las profesionales de los servicios de atención a víctimas en esos duros momentos. El aislamiento tuvo un impacto positivo y negativo en las trayectorias de las supervivientes. Algunas experimentaron el aislamiento como un factor de protección y seguridad respecto a la violencia o amenazas que podían intentar ejercer sus parejas. Al no poder salir del centro y debido a otras restricciones sociales de movilidad, las víctimas tenían menor riesgo de que sus ex parejas pudieran localizarlas. Además, el tiempo de aislamiento para algunas fue una oportunidad para reflexionar y centrarse en su proceso de recuperación. Pero otras se sintieron frustradas por no poder salir del centro de acogida y tener que permanecer en el centro, aisladas. Algunas se sintieron encerradas, sintiendo que revivían la situación previa de violencia sufrida en sus casas. 

Los riesgos relacionados con la enfermedad ocasionada por la COVID-19 causaron en algunas mujeres problemas de salud mental. Las consecuencias económicas de la pandemia también las afectó, viendo limitadas sus posibilidades de encontrar empleo y lograr independencia económica. Incluso medidas públicas para evitar los contagios, como la limitación del transporte público, influyeron en las posibilidades de movilidad y participación social de las víctimas, un aspecto muy importante para la recuperación de las supervivientes.  

Comprender y aprender de las experiencias de supervivientes de violencia de género respecto a la relación con profesionales que las atendieron y en refugios o centros de acogida en un contexto tan complejo como el ocasionado por la pandemia es fundamental para proporcionar recomendaciones de mejora en el presente, cuando la pandemia por COVID-19 todavía no ha terminado.



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