
La primera revista científica del ranking internacional sobre violencia contra las mujeres, “Violence Against Women”, publicó en 2016 el artículo Breaking the silence at spanish universities: Findings from the first study of violence against women on campuses in Spain. Se trata de la primera investigación que se realizó sobre la violencia machista en las universidades españolas y ofrece una visión general de la gravedad del problema y la incidencia de esta realidad oculta.
El estudio, con una muestra de 1.083 estudiantes, recogió datos cuantitativos a través de un cuestionario de 85 preguntas que se completó con un trabajo de campo cualitativo para explorar las interpretaciones de los miembros de la comunidad universitaria sobre los incidentes de violencia contra las mujeres en sus universidades y las respuestas institucionales a dicha violencia. Por un lado, los resultados revelan que el 62% de las y los estudiantes conocían o habían sufrido situaciones de violencia y acoso en la universidad. Sin embargo, tan solo un 13% pudo reconocer en primera instancia la violencia machista en situaciones referidas a insultos, impedimentos para hablar con otras personas, críticas o descréditos, comentarios sobre la apariencia física, control, uso de la fuerza para mantener relaciones sexuales, intimidaciones y amenazas, desprecios, tocamientos o contacto insistente a través de llamadas o correos electrónicos. Por otro lado, el 91% de las víctimas no denunció el incidente por no reconocerse como víctima en ese momento, por no identificar como tal la violencia machista y por desconocer si existía un servicio de protección especializado en la universidad. Además, entre quienes sí se atrevieron a denunciar una agresión machista en la universidad, el 27% no sintió apoyo por parte de la institución y un 69% sintió inseguridad sobre si las víctimas serían o no apoyadas por la universidad.
Asimismo, se identificaron dos líneas de acción principales para el desarrollo de políticas y estrategias efectivas contra la violencia machista en este contexto:
- Intolerancia absoluta hacia cualquier tipo de violencia contra la mujer a través de programas de capacitación, códigos disciplinarios para la prevención y sensibilización, apertura de espacios de diálogo en torno a currículos académicos en los que pueda aparecer la misoginia, debates en el aula… Además, las instituciones universitarias deben comprometerse públicamente rechazando todo tipo de violencia y fomentando la denuncia.
- Intervención de testigos y apoyo y solidaridad con las víctimas y con las personas que las apoyan. Se deben crear espacios de apoyo, asistencia y solidaridad dentro de las universidades para ayudar a las víctimas. Además, se destaca la importancia de promover la intervención de testigos y, por tanto, erradicar el acoso sexual de segundo orden, es decir, blindar los apoyos de las víctimas protegiendo a quienes protegen, pues estas personas son a menudo también foco directo o indirecto de los ataques.
Esta investigación contribuyó a desvelar el problema de la violencia machista en las universidades españolas y, lejos de limitarse a la descripción de una realidad, consiguió importantes impactos sociales tanto durante el proceso de la investigación como a lo largo de los años y hasta la actualidad. Entre ellos, el desarrollo de los primeros protocolos de prevención y respuesta a la violencia contra la mujer dentro de las universidades españolas. Otros de los impactos lo conocíamos recientemente, cuando los medios de comunicación anunciaban que la Universitat de Girona se situaba como pionera en el avance contra la violencia machista como primera institución en incorporar el concepto de violencia de segundo orden en su Plan de Igualdad. Esta forma de violencia comprende los ataques y las represalias contra el entorno de las víctimas con el fin de aislarlas, disuadir a posibles apoyos y continuar manteniendo la ley del silencio sobre el acoso sexual y la violencia machista también en la universidad, tal y como recoge la sección “Omertá” de Diario Feminista. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, este avance demuestra que el proceso de transformación hacia universidades libres de toda violencia y acoso sexual es ya una realidad gracias a investigaciones como esta y al trabajo incansable y solidario de redes de supervivientes, profesorado universitario y personas muy diversas que no dudan en posicionarse siempre del lado de las víctimas frente a quienes acosan y agreden.
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