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Adelantándose a la recién celebrada Asamblea Mundial de la Salud en su 74 dición, más de 500 médicos y médicas en todo el mundo han solicitado a la Organización Mundial de la Salud que respalde el Tratado mundial para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas

El pasado 19 de mayo se envió una carta firmada por personas tanto de reconocido prestigio como anónimas en ejercicio de la medicina al Director General de la OMS, Dr Tedros Adhanom Ghebreyesus y a las y los diplomáticos de 195 naciones. En la misma se exponen muchos argumentos basados en las impactantes evidencias científicas que explican por qué es urgente y necesario un acuerdo de dimensiones globales. Una de ellas, por ejemplo, que Naciones Unidas estima que los bloqueos continuos a causa de la crisis por la COVID-19 se derivarán en 31 millones de casos más de violencia de género en todo el mundo. Otro dato es que las consecuencias de la violencia en la salud física y mental son intergeneracionales. Las y los hijos de madres que son víctimas de violencia pueden desarrollar más problemas de salud no sólo físicos, también emocionales, psicológicos y de conducta, como depresión, ansiedad o abuso de drogas, entre otros muchos. 

Son sólo dos ejemplos, el documento presenta muchas razones de peso por las cuales erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas debe ser la prioridad número uno que, a pesar de sus proporciones pandémicas, no está siendo respondida con el sentido de urgencia necesario. No sólo esto sino que tampoco está siendo reconocida como tal por parte de ciertos sectores de la atención médica. Así mismo, insiste en que el sector de la salud tiene un potencial único para hacer frente a la violencia de género y que la experiencia ha demostrado que los enfoques de salud pública consiguen resultados significativos. 

Sin embargo, la carta reconoce que durante los últimos siete años, personas en todo el mundo que luchan en primera línea contra la violencia de género han estado promoviendo una norma mundial para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas. Por ello, propone un acuerdo que combine lo mejor de los marcos de salud pública y derechos humanos. Aunar y sumar fortalezas para eliminar un mal endémico que afecta a una de cada tres mujeres y especialmente a las más jóvenes, en todo el mundo. 

Un tratado específico para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas tiene el potencial de cambiar el curso de la historia de la humanidad, hacia uno más saludable, física, social y económicamente. Una norma global vinculante exigirá que las naciones implementen intervenciones basadas en evidencia, utilizando un enfoque multisectorial. Establecerá normas y estándares sobre la salud de la mujer, incluido el acceso a la salud y la disponibilidad de servicios que salvan vidas. Protegerá a las mujeres a lo largo de su vida e incluye protección específica de grupos vulnerables, como refugiados, pueblos indígenas, personas con discapacidad y personas con diversas orientaciones sexuales e identidades de género, sin dejar a nadie atrás.

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