Nourn nació en un campo de refugiados tailandés. Su madre camboyana tenía 18 años y se había separado de su familia y había huido del país a pie para escapar del Khmer Rouge, el régimen genocida responsable de la muerte de 2 millones de camboyanos. Conoció al padre de Nourn, otro camboyano, en el campamento, aunque él se había ido antes de que Nourn cumpliera un año. Sus recuerdos de esos primeros años son sólo tristes. Afirma en The Guardian que “El campamento era enorme y estábamos en una cabaña. Siempre tuve hambre. Mi madre se iba todos los días a trabajar en los campos de arroz y recuerdo que siempre la necesitaba y que ella no estaba allí “.
Cuando Nourn tenía cinco años, se fueron a Estados Unidos, una familia los patrocinó, y se establecieron en San Diego. Aquí, la madre de Nourn conoció y se casó con el padrastro de Nourn, un refugiado de Vietnam. Allí nacieron su hermano y su hermana. Nourn recuerda claramente la escalada gradual del abuso en el hogar. Vio a su padrastro muchas veces golpear a su madre, patearla y perseguirla con un cuchillo e incluso violarla.
Las relaciones de abuso incrementaron en su primera relación afectivo-sexual con quien sufrió años de malos tratos, ella y toda su familia soportando vejaciones, abusos sexuales y violencia hasta el momento que autodefendiéndose acabó con la vida del maltratador por lo que pasó años en la cárcel de mujeres más grande del mundo el California con la condena de deportación a Camboya una vez cumplida la condena. Finalmente, pero consiguió la libertad, y se puso a trabajar como defensora de la comunidad. También participa en Survived and Punished, una organización benéfica que hace campaña para liberar a las prisioneras que fueron víctimas de violencia doméstica y sexual.
Uno de los primeros casos de su campaña fue el de Liyah Birru, una etíope que enfrenta la deportación después de ser condenada por un delito grave de agresión a su esposo. Birru fue condenado, cumplió cuatro años y luego fue detenido para su deportación. La campaña Free Liyah, que reunió más de 35.000 firmas, ayudó a asegurar su liberación bajo fianza y hay una campaña en curso para conseguir su indulto.
Su objetivo es poder ir a la universidad, crear un futuro como la vida que nunca ha tenido y esforzarse para salvar a las mujeres que hoy se encuentran en las cárceles con condenas similares y con amenazas de deportación. Trabaja para denunciar el racismo institucional y la desprotección de las mujeres migrantes ante los casos de violencia de género.
Coordinadora del Metoo University
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