Prevenir la trata de seres humanos con fines de explotación sexual en los centros educativos a través de programas de sensibilización y formación destinados a adolescentes y profesorado es una estrategia clave que cada día cobra mayor importancia. A través de programas educativos es posible llegar a muchísimas personas jóvenes y adolescentes que pueden ser víctimas potenciales o que pueden contribuir en el futuro a prevenir casos de captación en su entorno más cercano. Al igual que ocurre con la prevención de la violencia de género, las iniciativas políticas para prevenir la trata apuntan a la vía de la educación para abordar esta problemática y aumentar la conciencia social. Por ejemplo, en 2015, en el estado de Carolina del Norte se promulgó una ley que establece que en las escuelas se debe enseñar a los y las estudiantes sobre la trata con fines de explotación sexual y desarrollar protocolos de actuación ante casos de riesgo y captaciones que se puedan producir en el entorno. 

Los programas formativos e iniciativas de prevención de la trata en centros educativos son incipientes y aún hay pocas orientaciones sobre la mejor manera de desarrollarlos. No obstante, la investigación Educating Students about Sex Trafficking and Responding to Students’ Needs: Principals’ Perceptions and Practices, publicada en la revista científica “Journal of Human Trafficking”, ofrece algunas claves para el desarrollo de estos programas formativos. 

La investigación señala la importancia de la implicación y la preparación de la dirección del centro y de todo el profesorado. En este estudio encontraron que no todos los directores y directoras estaban seguros de que su alumnado pudiera sufrir explotación sexual en algún momento de sus vidas y esto podría incidir en su percepción de que fuera menos necesario desarrollar programas preventivos. Por el contrario, sí lo estaban aquellos que trabajaban en centros educativos segregados en los que hay una alta concentración de alumnado vulnerable por motivos socioeconómicos, fracaso académico, absentismo, problemas en el entorno comunitario, entre otros. Es decir, alumnado que, en base a las evidencias científicas, puede reunir mayores factores de riesgo para sufrir explotación sexual. De todos estos centros, apenas un tercio de los que participaron en la investigación tenía protocolos específicos para responder ante casos de trata. 

Los resultados de la investigación subrayan la importancia de que el personal educativo esté formado sobre esta problemática y sepa responder de manera eficaz para prevenir activamente posibles casos de riesgo. Otra clave relevante señala que se debe incluir también al entorno comunitario, es decir, implicar a las familias y a la comunidad para establecer alianzas que multipliquen la incidencia positiva y el impacto de estas formaciones y sensibilizaciones. 

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