Todo el mundo tiende a entender que un centro educativo debería ser un núcleo seguro, un espacio donde conceptos como libertad, respeto o ética amparan a todas y cada una de las personas que atienden a formarse. Pero para cada cobarde que rompe estas reglas no escritas con violencia y acosos, hay valientes que trabajan para que esta idea utópica, la de espacios seguros, llegue a ser real. Ya se están tomando medidas como legislar el acoso sexual de segundo orden, protocolos, redes de apoyo, investigaciones, evidencias científicas, actuaciones educativas de éxito o formaciones de prevención cero, entre otras medidas, para que futuras generaciones disfruten de una realidad mejorada.

En el artículo Identifying violence against the LGTBI+ community in Catalan universities se indaga en la violencia que alumnado LGTBI+ puede sufrir en las universidades catalanas bajo la investigación del proyecto UNI4FREEDOM. La comunidad LGTBI+ no es ajena a los ataques que vulneran los derechos de sus integrantes y, debido a los pocos estudios a nivel español sobre la violencia que soportan, es relevante analizar esta realidad. Para ello se han recogido datos de diferentes universidades catalanas como la Universidad de Barcelona, Universidad de Girona, Universidad de Lleida, Universidad Ramón Llull, Universidad Rovira i Virgili y la Universidad de Vic, sumando una muestra de 571 estudiantes. 

Entre algunos datos recogidos se pudo observar: 1) que la violencia psicológica es el daño más común sufrido; además, que 2) un 61% de la muestra afirmó conocer o haber experimentado violencia en la universidad relacionada con el contexto universitario y motivada por la orientación sexual, identidad de género o expresión de género de la víctima y, 3) un número de denuncias muy reducido, teniendo en cuenta el alto porcentaje de alumnado que conoce o experimenta situaciones violentas. 

 

Para destacar un dato preocupante, hay que mencionar que el cuestionario contestado constaba de cuatro bloques. En uno de ellos se buscaba identificar, con un SÍ o No, doce situaciones, como violentas o no, por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género. Según los resultados, solo un 86% de los y las participantes identificaron todas las situaciones como violentas. Es preocupante que las doce situaciones, que sí que presentaban violencia, no fueran vistas como tal por unanimidad. Por un lado, hechos como esconder la orientación sexual o la identidad de género por miedo a represalias no se consideraron violencia por la mayoría, mientras que, por el otro lado, los insultos y burlas fueron claramente identificados como violencia.

 

Dado que situaciones claramente violentas (la violencia no tiene porqué ser únicamente física) no hayan sido identificadas con tanta facilidad es motivo más que suficiente para que existan más estudios que saquen a la luz e informen sobre este tipo de realidades, para que no queden invisibles para nadie. Y sobre todo, para no invisibilizar a nadie. 

 

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