La escolarización temprana en la educación infantil es uno de los factores que predicen de forma sólida los resultados académicos del alumnado. De ahí la importancia de poner el foco en asegurar una educación infantil de alta calidad y en democratizar las posibilidades de acceso a esta etapa para todas las niñas y niños.
La investigación “Reducing student absenteeism in the early grades by targeting parental beliefs” (Robinson et al., 2018), publicada en American Educational Research Journal, presenta la primera evidencia experimental para reducir el absentismo crónico en las primeras etapas de escolarización a través de una intervención centrada en la reformulación de creencias erróneas de las familias sobre este tema y en aumentar también su participación educativa y crear redes de apoyo en torno a las escuelas que faciliten la asistencia de todos los niños y niñas.
El estudio se llevó a cabo en diez distritos escolares con una muestra de 10.967 hogares en entornos urbanos, suburbanos y rurales de la costa oeste de California. La intervención consistió en una serie de comunicaciones periódicas vía correo electrónico en las que se informaba a las familias de la relevancia de la asistencia regular a la escuela desde las primeras edades y del impacto del absentismo en el aprendizaje, se adjuntaba un informe preciso del número de días que sus hijos e hijas habían faltado y se proporcionaban contactos de personas a quienes podían acudir para solicitar ayuda con el objetivo de crear una red social de apoyo para llevar y recoger a las niñas y niños del colegio. Los resultados indican que esta intervención de bajo costo consiguió reducir el absentismo crónico en un 15%, especialmente en los contextos socioeconómicamente desfavorecidos.
Generalmente, todas las familias desean éxito y el mejor futuro para sus hijos e hijas y hacen todo lo que pueden para ofrecerles la mejor educación posible, pero en ocasiones desconocen las evidencias científicas sobre el impacto que puede tener el absentismo en sus trayectorias académicas y de vida. Por ello, los centros educativos tienen un papel fundamental para fomentar la formación y participación de las familias y para proporcionar una red de apoyo social que supere las barreras que dificultan la asistencia regular a las escuelas durante las primeras etapas.
