Agáta Berková es una niña gitana de 11 años que está rompiendo estereotipos en muchos sentidos: porque es niña, gitana, de buenas notas en el colegio y porque en su tiempo libre juega al ajedrez con los mejores ajedrecistas adultos del mundo. 

Y es que en realidad ser niña, gitana y de buenas notas no es nada especial en sí mismo, sin embargo, aún no está en el imaginario colectivo como algo habitual. Llo que sí es especial es que, siendo tan pequeña, Agáta juegue a nivel profesional y lo haga con excelencia. 

En su corta carrera está logrando un éxito sin precedentes en la competición y ha llegado a empatar en dos ocasiones, en juegos de tableros múltiples, con el gran maestro ruso Anatoly Karpov y con el campeón de Canadá Tomáš Krňan, lo que sin duda demuestra la excepcionalidad del talento de la niña eslovaca. 

Agáta, además del racismo por ser gitana, tiene que lidiar con el hecho de ser una chica en el mundo del ajedrez, deporte que en casi todo el mundo es practicado por hombres de la sociedad mayoritaria. Y es gracias al entrenamiento de su padre, Milan Berko, que además de a ella entrena a muchos niños romaníes, que la pequeña ha podido participar en torneos, viajando por toda Eslovaquia con su equipo “Hrochotskské jezdci” “Los jinetes de hipopótamos”. 

El éxito de Agáta y de sus compañeros y compañeras de equipo no siempre ha sido bien visto en las competencias de ajedrez y ha tenido algún punto amargo, como comenta el entrenador al diario online Romea.cz: “El ajedrez es silencioso, en todas partes. De repente llega una banda de romaníes a la competición, y los competidores no están acostumbrados. Cuando aparecimos en la puerta, deberías haber visto todas las cabezas girándose hacia nosotros. Incluso vi que había señoras cogiendo sus bolsos y comprobando si sus cosas estaban en su sitio. Fue desagradable, incluso los peques lo notaron”. 

En esta misma línea, Berko recuerda a un competidor que, según él, podría haber obtenido una puntuación de hasta 1800 en el sistema de clasificación Elo y que, cuando se dio cuenta de que perdía contra una niña -y una niña romaní- tiró las piezas con rabia. 

Pero ninguna de estas experiencias ha detenido al grupo en su afán por seguir adelante. “Los jinetes de hipopótamos” siguen sumando triunfos en competiciones como los campeonatos de Eslovaquia y de la UE, en los que Agáta fue la campeona eslovaca en la categoría de ocho años y menores y quedó quinta en el Campeonato de Europa. 

Estos triunfos han hecho que hoy en día, cuando se menciona a los “Jinetes de hipopótamos”, todo el mundo en la comunidad ajedrecística sepa quiénes son.

Y es que el éxito y la transformación no solo se limita a lo deportivo, porque aunque Berko ha lidiado con niños que tenían problemas en la escuela, que mostraban síntomas de hiperactividad o signos de consumo de drogas recreativas, a través del ajedrez lograron calmar todas esas situaciones. 

“Cuando los niños empezaron a jugar al ajedrez, al cabo de medio año pude comprobar que miraban el mundo y su propio futuro con otros ojos. Todos los niños que asistieron acabaron en el instituto”, presume el entrenador de ajedrez, que añade que las buenas notas eran una condición para participar en el equipo.

Por su parte, a Agáta le gustaría conseguir una buena educación además de obtener grandes resultados en ajedrez. “Me gustaría convertirme en abogada, o en científica para inventar una cura para mis hermanos, que sufren de autismo”

Como Agáta, son muchas las niñas de todo el mundo que con sus habilidades salen adelante y demuestran que no hay barreras cuando se cuenta con apoyo y con altas expectativas.

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