Los media que consumimos pueden influir decisivamente en nuestra percepción de la realidad. Las historias que nos cuentan están repletas de imágenes y de palabras, de mensajes que a menudo quedan ocultos y que llevaremos adheridos a nuestra forma de ver las cosas durante toda nuestra vida (o no, depende de lo que consumamos y de los diálogos que tengamos sobre ellos). Es preferible ser conscientes de ello, porque la mayoría de las películas, videoclips, series de televisión y videojuegos estimulan a través de un discurso coercitivo la asociación de las relaciones afectivo-sexuales con la violencia de género, y lo hacen generando atracción hacia personajes que tratan mal a otros personajes. La mayoría de los productos audiovisuales se esfuerzan mucho para que ese tipo de personajes nos seduzcan, tanto por lo que dicen como por lo que hacen. Al fin y al cabo, el deseo es la materia de la que están hechos los productos audiovisuales que alcanzan a su público.
Los productos audiovisuales alternativos también se construyen con el deseo como eje, pero vinculan el deseo con personajes igualitarios que nunca ejercen la violencia. De hecho, para las nuevas masculinidades alternativas la ética es imprescindible, pero no es suficiente. La prevención y superación de la violencia de género requiere asociar deseo y ética. Cuando los productos audiovisuales fomentan este vínculo, ofrecen espacios de socialización audiovisual en los que es posible identificarse con personajes igualitarios, seguros y solidarios, es posible generar emociones enriquecedoras, es posible ayudar a construir una percepción de la realidad en la que para nada se normalicen situaciones de acoso y violencia.
En el artículo The Impact of Alternative Audiovisual Products on the Socialization of the Sexual-Affective Desires of Teenagers analizan el efecto que tienen una película y un videojuego con personajes igualitarios en adolescentes, y demuestran que estos productos alternativos son capaces de generar atracción también hacia las nuevas masculinidades alternativas, lo que hace que sea mucho más difícil sentir el deseo de identificarse con personajes que ejercen la violencia. En estos productos audiovisuales alternativos, los protagonistas no solo son retratados como buenos, sino también como atractivos. Se fomenta el deseo hacia ellos.
La prevención de la violencia de género sin duda pasa por el mundo audiovisual.
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