Este año se cumplen 250 años desde que nació Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 – Viena, 1827). Su obra musical impresiona. Es considerado por muchas personas el músico más importante de toda la historia. Además, algunas de sus piezas han quedado unidas a acontecimientos que merece la pena conocer.
En 1803 estrenó su tercera sinfonía que, en principio, quiso dedicar a Napoleón Bonaparte. Sin embargo, cuando a Beethoven le llegó la noticia de que Napoleón se había hecho coronar como emperador, retiró su dedicatoria y cambió el título de la sinfonía, que pasó a llamarse Eroica. Lo hizo porque Beethoven siempre se mostró favorable a la ampliación de las libertades políticas.
Beethoven es una figura destacada del romanticismo. Fue un claro defensor del amor romántico, que supuso un salto muy significativo en la mejora de las relaciones, ya que el amor romántico reivindicaba el derecho a decidir con quién se quería tener relaciones, en un tiempo en el que todavía la familia se arrogaba la decisión de emparejar a sus hijos e hijas, a la vez que la clase social parecía frecuentemente una barrera insalvable para las relaciones, un límite para la libertad que Beethoven trató de superar durante su vida.
El mismo año en el que se estrenó la tercera sinfonía, Beethoven conoció a George Bridgetower, cuando el compositor tenía 32 años y Bridgetower 24. Bridgetower fue un violinista nacido en Polonia, de padre de ascendencia africana y madre germano-polaca. Aunque la figura de Bridgetower es apenas conocida hoy en día, en su época destacó por el enorme talento que desarrolló para tocar el violín desde muy temprana edad. Parece que la conexión entre ambos músicos fue intensa e inmediata. Beethoven en seguida no solo se prestó a tocar con Bridgetower sino que incluso compuso para él y llegó a dedicarle la famosa sonata para violín y piano nº 9. Sin embargo, Beethoven retiró la dedicatoria cuando Bridgetower hizo un comentario grosero sobre una mujer a la que Beethoven admiraba. Desde entonces esta pieza pasó a llamarse sonata Kreutzer, y es así como se la conoce hoy en día.
Las dedicatorias de Beethoven no siempre eran para siempre. Parece una lección muy útil, también para las nuevas masculinidades alternativas. Retirar nuestro apoyo a quien no lo merece es un acto que puede generar transformaciones, porque arrincona actitudes que impiden el desarrollo de nuestras libertades y contribuye a abrir espacios seguros en los que podemos vivir mejor.
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