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La crisis ocasionada por la COVID-19 ha impactado en todo el mundo ocasionando graves consecuencias para la salud, la economía, el bienestar y el progreso de las personas y comunidades. No obstante, las consecuencias de la pandemia no han afectado por igual a todos los grupos y personas. Colectivos que antes de la pandemia se encontraban en situación de vulnerabilidad social han visto agravadas sus condiciones como, por ejemplo, las personas sin hogar, las víctimas de violencia de género, la infancia empobrecida o las personas mayores que viven en soledad. Asimismo, otros grupos de personas se han visto negativamente afectados debido al aumento del desempleo, la falta de vivienda, el malestar psicológico, entre otros, generando nuevas vulnerabilidades sociales. La crisis de la COVID-19 plantea retos importantísimos para la ciencia del Trabajo Social, y para los y las profesionales del Trabajo Social comprometidos, que están en primera línea interviniendo y acompañando a las personas y grupos afectados para mejorar sus condiciones de vida. 

En Barcelona, en los primeros 15 días de la crisis ocasionada por la COVID-19, un equipo de investigación estudió en profundidad, a través de 23 entrevistas semiestructuradas con trabajadores y trabajadoras sociales, las respuestas profesionales y organizativas que habían generado para cubrir las necesidades sociales urgentes. Los resultados han sido publicados en el artículo: Social Work during the COVID-19 Crisis: Responding to Urgent Social Needs 

Estos resultados muestran el compromiso y dedicación de profesionales del trabajo social, junto con el papel fundamental que tuvieron para contribuir a la sostenibilidad de los servicios sociales y dar respuestas rápidas y resolutivas. Todo ello, en un contexto de gran dificultad por los cambios constantes en los criterios, normativas y protocolos de protección y actuación; así como falta de materiales y equipos de protección sanitaria, -de hecho, al menos dos trabajadores sociales que participaron en el estudio se infectaron por COVID-19-. Dificultades como la escasez de materiales de protección se superaron gracias a la colaboración solidaria y altruista de personas voluntarias y entidades sociales que se movilizaron para elaborar materiales de protección y proporcionarlos a quienes más los necesitaban o estaban más expuestos y en riesgo. 

Desde el inicio de la pandemia, la rápida reacción de los y las profesionales del trabajo social llegó a cubrir las necesidades básicas de las personas con quienes intervenían, con capacidad además de prever la demanda de nuevos servicios y recursos por parte de cada vez más personas y grupos que iban sufriendo las consecuencias sociales de la pandemia. Para ello trabajaron en coordinación con otras redes y organizaciones. Por ejemplo, ante la falta de vivienda de personas sin hogar, la colaboración con otros agentes hizo posible alojar a personas en hoteles, así como aumentar la identificación de personas sin hogar y en situación de calle.

Cabe destacar que la acción de profesionales del Trabajo Social en contextos como el sanitario implicó que tuvieran que lidiar con algunos dilemas con otros profesionales. Cuando ocurrió, lo hicieron defendiendo actuaciones cruciales que incluso llegaron a salvar la vida de personas mayores gracias a que sus acciones estaban basadas en trabajar con otros profesionales a partir de un posicionamiento a favor del derecho a recibir una atención sanitaria de calidad en grupos vulnerables como las personas mayores o con discapacidades. 

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