En 2002, una adolescente fue asesinada en Boston mientras era explotada sexualmente. Como respuesta, organizaciones sociales crearon un programa de prevención de la explotación sexual de menores basado en la mentoría entre supervivientes y víctimas. En este programa, llamado “My Life My Choice”, MLMC (mi vida, mi elección), una adulta superviviente de trata, que al menos lleva cinco años recuperada de la experiencia y que ha recibido formación, da apoyo continuado a un o una adolescente de entre 11 y 17 años víctima de trata o en alto riesgo de sufrir explotación sexual. El rol de la mentora superviviente es apoyar a la víctima para que tenga una salida exitosa, se recupere de las consecuencias de la explotación sexual y pueda encontrar estabilidad y seguridad para continuar con su vida. Desde su creación, el programa ha atendido a 300 chicas adolescentes, siete jóvenes transgénero y algunos chicos.
Hay muy pocos estudios y evidencias sobre intervenciones que funcionan para ayudar a la recuperación y prevención de menores de edad víctimas de trata. Apenas hay información sobre qué tipo de mentorías y acompañamiento es necesario realizar o cuáles funcionan mejor. La mayoría de programas diseñados se basan en el conocimiento de otros programas que llevan décadas en funcionamiento, especialmente los destinados a víctimas de violencia de género.
Ante este reto, en 2014, el Departamento de Justicia de EE.UU. planteó la necesidad de conocer la eficacia y eficiencia de programas comunitarios de prevención de la explotación sexual de menores. Fruto de esta necesidad se ha desarrollado una evaluación no experimental del conocido programa “My Life My Choice”. Los resultados han sido publicados en el artículo A longitudinal evaluation of a survivor-mentor program for child survivors of sex trafficking in the United States, en la revista JCR-Q1 Child Abuse & Neglect.
La finalidad de la evaluación era estudiar los cambios en los resultados de adolescentes que participaban en el programa de mentores supervivientes. Para evaluar su eficacia se recogió información entre 2015 y 2018. Durante un año siguieron la experiencia de 41 adolescentes (15 años de media de edad) y su participación en el programa para evaluar si se reducía la explotación sexual, las relaciones de pareja abusivas, las conductas delictivas, los problemas de salud y los problemas sociales. Encontraron que, tras seis meses participando, las adolescentes tenían menos probabilidades de sufrir explotación sexual, de consumir drogas, de estar involucradas en conductas delictivas, tenían mejor apoyo social y mejores habilidades para lidiar con los problemas. Pasado un año de relación y trabajo continuado con la mentora superviviente de trata, en colaboración con otros agentes sociales, las adolescentes eran aún más propensas a haberse alejado de situaciones de explotación sexual y de conductas delictivas y a haber mejorado sus habilidades para afrontar las dificultades. En definitiva, aquellas adolescentes que tuvieron apoyo continuado de una mentora superviviente de trata con fines de explotación sexual mejoraron globalmente.
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