Según el Informe de la situación en 2020 sobre la prevención de la violencia contra los niños y niñas en el mundo, 1 de cada 2, sigue sufriendo violencia física, sexual o psicológica. Este informe está publicado por la UNESCO, la OMS, UNICEF, la representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños y la Alianza para la eliminación de la violencia.
Según los datos de este informe, el primero de su tipo, las cifras de violencia que sufren los niñas y las niñas (víctimas de heridas, impedimentos físicos y homicidio) son tan elevadas porque algunos países no siguen las estrategias implementadas para su protección.
En el informe también se puede leer los logros alcanzados por los países en lo relativo al marco “INSPIRE”, un conjunto de siete estrategias para combatir la violencia contra los niños según informa la UNESCO.
Este informe hace hincapié en una violencia que sucede en todo el mundo y es un problema considerable, el acoso escolar. Basándose en los datos del informe elaborado en 2019 “Detrás de los números: para poner fin a la violencia y el acoso escolar”, queda patente que las cifras son muy elevadas, el 32% de los alumnos y alumnas entre 11 y 15 años de edad son víctimas de acoso escolar por parte de sus compañeras y compañeros, al menos una vez durante el último mes.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO declaró que con la pandemia de COVID-19 y el cierre de las escuelas se ha constatado un aumento de la violencia y del odio en línea y que hay niños y niñas expresan su miedo a volver a las escuelas. Por ello hace un llamamiento a que con el regreso a las escuelas todos y todas nos responsabilicemos de que la infancia se siente segura en la escuela y que reflexionemos sobre la necesidad de actuar conjuntamente para poner fin a la violencia en el ámbito escolar y en nuestras sociedades en general.
Sobre las leyes que prohíben los castigos corporales infligidos a la infancia en todos los lugares incluida la escuela, el 79% de los países han respondido al informe que prohíbe los castigos corporales, pero sólo el 30% de los que lo han hecho, estima que las personas responsables de los actos violentos contra los niños y las niñas, independientemente del motivo, y entre los que se encuentran los docentes, serán sancionadas. Ante esta realidad, será la actuación conjunta de la comunidad educativa con un posicionamiento contundente en contra de ellos, denunciando y no tolerando estos actos violentos, quien de un gran paso para acabar con estos castigos que todavía quedan bajo la ley del silencio o la complicidad de quien mira hacia otro lado.
Ante las medidas de confinamiento y el cierre de las escuelas se han visto reducidas drásticamente las redes informales de apoyo (amigos y amigas, familias ampliada, docentes…) y ello tiene un impacto negativo en la capacidad de gestionar esta crisis, reorganizar sus vidas y en la creación de resilencia (capacidad de una persona para adaptarse con éxito al estrés agudo).
Por ello en estos momentos son algunas las escuelas que están ya tomando medidas basadas en evidencias y programando acciones para lograr que los centros educativos sean espacios seguros para todas las niñas y niños cuando vuelvan a abrir el próximo curso, poniendo el foco en el aprendizaje unido a la creación de relaciones de calidad como son las amistades verdaderas. El potencial de las comunidades educativas es infinito si van de la mano de los sueños colectivos por un mundo mejor y de los avances científicos que aseguran mejores sociedades para todas y todos.
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