En la historia y desarrollo de los men’s studies se ha destacado como elemento central el análisis de la implicación de los hombres en las tareas domésticas y en el cuidado de las personas. De hecho, a lo largo de las últimas décadas se han llevado a cabo diferentes investigaciones sobre su participación en estas responsabilidades. Estos estudios constatan la descompensación de horas de dedicación que existe entre hombres y mujeres, ya que éstas últimas les destinan un mayor número de horas. El movimiento feminista y los grupos de hombres igualitarios ponen de relieve la necesidad de cambiar esta dinámica y fomentar una mayor cooperación masculina.
A esta realidad cabe añadirle un aspecto que frecuentemente se olvida en los discursos a favor de esta mayor implicación: el deseo. En el año 2013 aparecía un estudio muy relevante en la revista con mayor rango científico en el ámbito de sociología que concluía que los hombres que realizaban más tareas domésticas y de cuidado presentaban una menor frecuencia sexual que los que dedicaban menos tiempo a esas tareas, los cuales aumentaban su frecuencia. Estas evidencias ahondan en dos temas claves en la lucha por la igualdad: la vinculación entre bondad y atractivo y la superación de la doble moral.
En esta línea, Raewyn Connell, la autora que desarrolló el concepto de masculinidad hegemónica, planteaba en uno de sus últimos análisis sobre este concepto la existencia de masculinidades hegemónicas violentas y no violentas. Esta distinción es importante porque demuestra la existencia de hombres no igualitarios que no ejercen la violencia, frente aquellos que sí la ejercen. De alguna manera, esta distinción también permite vislumbrar la existencia de hombres que, a pesar de llevar a cabo tareas domésticas o de cuidado, puedan ejercer la violencia. De hecho, existe literatura científica que señala que las generaciones jóvenes afirman tener valores más cercanos al cuidado y las responsabilidades domésticas, pero en cambio en las relaciones afectivo-sexuales, sobre todo en las esporádicas, normalizan y hasta legitiman la violencia.
La conceptualización y existencia de las Nuevas Masculinidades Alternativas permite ir más allá de estas dicotomías. Demuestra que los hombres implicados en la igualdad de género en todas sus vertientes, aquellos que nunca ejercen la violencia, pueden resultar atractivos y deseables. Incorporar esta perspectiva en los men’s studies significa una revolución de enormes dimensiones ya que implica unir las tres esferas de valor de las que hablaba Max Weber: Belleza, Bondad y Verdad.
Director de la revista científica Masculinities and Social Change
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