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Esta foto anónima está bajo licencia CC BY-SA-NC

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) anunciaba el pasado 30 de abril  un conjunto de recomendaciones dirigidas a los gobiernos para abordar las consecuencias que la pandemia de COVID-19 está teniendo sobre las personas más vulnerables en nuestras sociedades y, en especial, las víctimas y sopuervivientes de la trata de personas.

El Representante Especial de la OSCE y Coordinador para Combatir la Trata de Seres Humanos, Valiant Richey, ya realizó a principios de mes declaraciones en las que alertaba a la comunidad internacional sobre la necesidad de aumentar los esfuerzos en la lucha contra la trata de personas durante la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo.  Según afirmó V. Richey, el impacto de la crisis COVID-19 en la trata de seres humanos es profundamente preocupante. Nuestras recomendaciones apuntan a apoyar a los Estados participantes de la OSCE en la lucha contra la trata de seres humanos durante y después de la crisis actual, ya que las vulnerabilidades se agravarán en las próximas semanas y meses.

Es por ello que el Representante Especial anunció la intención de la OSCE de ofrecer un mayor apoyo a los gobiernos que incluiría asistencia técnica personalizada para el desarrollo y la implementación de planes de acción contra la trata y otros esfuerzos legislativos o políticos. Esta ayuda se abordará desde el fomento de la prevención, la protección, la creación de redes de colaboración y la mirada puesta en el futuro. Algunas de las medidas más destacables son: 

  • En el ámbito de la prevención; garantizar el acceso universal a los servicios sociales, incluso por parte de las personas que han desarrollado su actividad laboral en el ámbito doméstico sin ser dadas de alta en el sistema y a quienes el impacto de esta crisis puede afectar llevándolas a caer en manos de traficantes. Aprovechar la falsa ruptura de la compra de sexo en la calle como resultado del confinamiento reforzando los programas inclusivos de apoyo a víctimas de prostitución para ayudarlas a romper el ciclo de la explotación y salir de ella contando con alternativas reales para sobrevivir fuera. 
  • En el ámbito de la protección: ofrecer a quienes son víctimas de trata un acceso rápido al alojamiento seguro, atención médica y asistencia psicológica conjuntamente, para ayudarlas a salir de la trata al mismo tiempo que evitar su revictimización. Proporcionar asesoramiento psicológico, apoyo legal junto con actividades educativas y de capacitación como servicios que se pueden implementar on line y que contribuyen a la continuidad del apoyo a las personas víctima de trata. 
  • En el ámbito de la justicia: asegurar la continuidad del sistema de justicia para investigar y encausar a los traficantes incluso en tiempos de confinamiento y, si es necesario, contemplar la posibilidad de celebrar juicios por videoconferencia, siempre priorizando garantizar la justicia oportuna y evitar la revictimización. Quienes investigan los casos de trata de personas deben estar preparados o preparadas para adaptarse a las nuevas formas de proceder para la captación y explotación de los traficantes y disponer de instrumentos avanzados, incluídas herramientas para detectar cualquier rastro en el flujo financiero de las redes de explotación. Planificar inspecciones laborales sistemáticas de las industrias que se consideran de alto riesgo, una vez se restituya su actividad. En este sentido, sabemos, por ejemplo, que el sector de la agricultura, y así lo considera también la OSCE, es una de las áreas que conviene vigilar con especial atención. 
  • En cuanto a establecer redes de colaboración: presionar a las empresas de tecnología para que desarrollen mecanismos para identificar y erradicar los riesgos de la trata de personas en sus plataformas así como detectar y detener la distribución de material de abuso sexual infantil fortaleciendo la cooperación policial y judicial. 

El pronóstico de que vuelvan a darse repetidos brotes de COVID-19 ya es una evidencia con la que cuentan organismos como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que destaca y recuerda la necesidad de garantizar instalaciones de asistencia, servicios de protección e investigaciones y tribunales en funcionamiento para que, a pesar de las previsibles medidas de distanciamiento social en el futuro, la comunidad pueda responder de una forma adecuada y frenar la trata de personas aún en tales circunstancias. 

Tal y como declaró el Secretario General de la OSCE Thomas Greminger hace unos días, con la rápida expansión de COVID-19 en todo el mundo, hemos sido testigos del amplio abanico de estrategias nacionales para contener su impacto y de cómo muchos países han cerrado fronteras literal y simbólicamente. Estos enfoques unilaterales, por muy pragmáticos que parezcan en una situación de estas características, no son efectivos ni sostenibles.  Según T. Greminger, sólo la cooperación construye entendimiento común, solidaridad y confianza. Estos son los antídotos para el conflicto.

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