En una ciudad 15.000 habitantes en Bosnia, Srebrenica, dividida desde hace más de 25 años por el conflicto entre serbios-croatas y musulmanes, un grupo de mujeres de las diferentes culturas de la ciudad se han organizado para producir y distribuir mascarillas frente a la crisis sanitaria mundial.
Las mujeres de esta ciudad se han coordinado, de manera rápida y espontánea, en un taller en el que cosen, lavan y embalan paquetes de mascarillas que voluntarios y voluntarias distribuyen de manera gratuita entre la vecindad de la zona. En la base de la organización está Gagic-Lazic, quien en 1999 cofundó una ONG para fomentar la confianza entre las comunidades históricamente enfrentadas.
Los medios recogen cómo, en pocos días, numerosas mujeres de todos los orígenes de la ciudad comenzaron a aportar solidariamente máquinas de coser, telas, hilo, sus habilidades para coser y nuevas ideas. Como el mensaje escrito que llevan los paquetes con mascarillas que entregan, que reza “a la espera de que todo pase cuanto antes, os deseamos el bien infinito (…)”.
La unión de estas mujeres en estos tiempos de crisis, dice Gagi-Lazic, deja ver que la solidaridad se abre paso incluso en una zona como su ciudad, dividida por el conflicto armado. Su esfuerzo y dedicación es un ejemplo
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