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Del constante bombardeo de datos al que todos y todas estamos expuestos diariamente con información y, desafortunadamente, desinformación sobre la pandemia COVID-19, faltan noticias sobre cuántos hombres y cuántas mujeres han enfermado. Este tipo de enfoque de género podría arrojar luz sobre cómo las diferentes enfermedades, epidemias y pandemias afectan tanto a unos como a otros para poder dar una respuesta eficaz. Por ejemplo, la vacuna contra el VPH (virus del Papiloma Humano) no únicamente se debe aplicar a las niñas, que son la población de más riesgo, sino también a los niños, según las más recientes recomendaciones de la OMS. 

En el artículo COVID-19: the gendered impacts of the outbreak [COVID-19: los impactos de género del brote], publicado en la prestigiosa revista The Lancet, se profundiza en el enfoque desde el punto de vista del género de la pandemia con la que el mundo lucha hoy por hoy. Según el artículo, las estadísticas muestran paridad en cuanto al contagio, pero sí que habría diferencias en la tasa de mortalidad y vulnerabilidad. Según los datos, habría más vulnerabilidad al contagio entre los hombres debido a las diferencias inmunológicas o las tasas de tabaquismo, aunque los datos actuales no parecen ser completos. Esta información parece ser contraria a lo que se puede observar. En el análisis realizado en la población china se ha visto que, debido a que el personal sanitario está compuesto mayoritariamente por mujeres (un 90% según la Oficina de Información del Consejo de Estado, en la provincia de Hubei, en China), son las mujeres las que están más expuestas al contagio. 

Además, el artículo incide en que este tipo de análisis de género no únicamente ayudaría ante la infección, sino también para tomar decisiones efectivas en cuanto a cómo se ven afectadas las mujeres durante el confinamiento, sus necesidades físicas y sanitarias, culturales, de seguridad (el aumento en la violencia de género que podrían sufrir), entre otras. De esta manera, los gobiernos tendrían los datos suficientes para poder incidir en los esfuerzos de preparación y respuesta para mejorar la efectividad de las intervenciones de salud y promover objetivos de equidad de género y salud. 

En el estudio también se ha realizado una observación de cómo afectó a las mujeres la epidemia del Zika. Muchas no pudieron acudir a centros de salud para chequeos médicos ni pudieron obtener financiación para el tratamiento de su hijos e hijas.

En muchas comunidades las mujeres son las que llevan a cabo las tareas básicas de cuidado y las más afectadas en cuanto a repercusiones. Por ello es urgente que se recojan datos sobre cómo afecta el COVID-19 a la población femenina y también incorporarlos a las tomas de decisiones para la preparación y respuesta, desde posiciones más locales hasta las políticas a nivel nacional e internacional. 

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