La revista Research on Ageing and Social Policy publicaba hace unos meses un estudio realizado con pacientes ingresados en la Unidad de Ortogeriatría del Hospital Universitario Sant Joan de Reus con diagnóstico de fractura de cadera para evaluar el impacto de la dependencia en la recuperación postquirúrgica. En concreto, la finalidad de este estudio, realizado por  los investigadores Javier García Alba, Ivan Dot Pascuet, Alfredo Rodríguez Gangoso, del Grup Sagessa, y Gabriel de Febrer Martínez de la Universidad Rovira i Virgili, era evaluar la dependencia para las actividades básicas de la vida diaria como factor pronóstico después de sufrir una fractura de cadera, así como evaluar también algunas de las complicaciones derivadas del ingreso hospitalario y postquirúrgicas. 

El análisis consistió en la revisión prospectiva de 428 historias clínicas de pacientes mayores de 65 años ingresados por fractura de cadera entre los años 2015 y 2017.  

Los resultados mostraron que el 73,8% de la población ingresada por estas causas son mujeres y solo el 26,2% son hombres. De los pacientes ingresados por fractura de fémur proximal, un 56% sufrió fractura intracapsular, mientras que un 44% sufrió fractura extracapsular, sin encontrar diferencias significativas por sexo o grupo de edad. Un 43,6% de los pacientes presentaba un índice de dependencia grave, según la escala de Barthel. Éste es un test estandarizado que mide la capacidad (e independencia) de una persona para realizar 10 actividades habituales en la vida diaria y que se consideran básicas. Además de esto, las complicaciones postoperatorias más comunes registradas fueron la anemia postoperatoria y el síndrome confusional agudo.

Enfatizan los autores que la comorbilidad es habitual en los pacientes geriátricos y tiende a aumentar con la edad. En este sentido, hasta el 24% de las personas mayores de 65 años y hasta el 31% de las personas mayores de 85 años presentan cuatro o más diagnósticos de enfermedades de larga duración. Por ello, el paciente anciano tiende a recibir tratamientos con múltiples fármacos para tratar cada una de las patologías que sufre.

En este análisis se observó que la mortalidad a los 6 meses de seguimiento era del 24% de los pacientes y al año del 33,5%, siendo la edad el mayor factor de riesgo. En los estudios de mortalidad asociada a fractura de cadera se han sugerido varios factores relacionados con el aumento de la mortalidad en pacientes ancianos tras fractura de cadera, principalmente la edad, el género masculino, las comorbilidades, la demora de la intervención, el nivel de autonomía previo y el estado cognitivo.

Con todo, los resultados de esta investigación revelan que sufrir dependencia en el ingreso según el índice de Barthel es un factor de riesgo de muerte a los 6 meses y al año. Por el contrario, no sufrirla es un factor protector de la mortalidad a los 6 meses. Concluyen García-Alba y sus colegas sobre la importancia de registrar el grado de autonomía del paciente a la hora de realizar un ingreso hospitalario, ya que esto aporta información de máxima relevancia para el pronóstico del mismo. 

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