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El pasado 17 de febrero, el conocido político G fue expulsado de un conocido programa televisivo por no rectificar y disculparse por el insulto que días antes había dirigido a la audiencia. También se evidenció en twitter el escándalo del momento.

El pasado 27 de septiembre de 2016, este señor se unía al periodista E en su ataque conjunto al centro de investigación que investigó y denunció la violencia de género en la universidad. G, antiindependentista de derechas, y E, independentista de izquierdas, se unieron en su común identificación con el agresor y con la rabia contra las víctimas de la violencia machista. A esa alianza machista, el investigador O les respondía a través de twitter posicionándose claramente contra los ataques que ambos estaban perpetuando con el único efecto de proteger a los acosadores y a quienes les protegen. Años más tarde vemos cómo el político G ha eliminado las difamaciones, no se sabe bien por qué, mientras que sus dinámicas son las mismas que aquel 27 de septiembre.

Una vez más, vemos cómo hay quienes, en vez de rectificar sus insultos y acusaciones, prefieren incendiar las redes sociales quedando ellos como víctimas, lo que silencia e ignora a las víctimas reales, en este caso de violencia de género en la universidad. A pesar de esas actitudes discriminatorias y arrogantes, a las evidencias nos remitimos. De ellas. aunque ocultadas, siempre quedan pruebas.

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