En la Sociedad de la Información, el uso de las TIC y de las redes sociales ha abierto un mundo global de posibilidades y de oportunidades, pero también de riesgos conocidos como el ciberacoso y las ciberagresiones. Un tipo de ciberagresión que cada día recibe más atención y preocupación social es el llamado ciberodio. El ciberodio es definido como la perpetración o la promoción de acciones negativas a través de las TIC contra un grupo o contra personas debido a su género, orientación sexual, discapacidad, raza, etnia, nacionalidad o religión. Puede ser ofensivo, cruel, amenazante y expresarse a través de multitud de formatos y canales.
Estudios recientes apuntan a que hoy en día los y las adolescentes tienen más riesgo de sufrir expresiones y prejuicios de odio a través de las TIC y de las redes sociales que en su familia o en sus escuelas. Las consecuencias son, además, muy perjudiciales. Por lo tanto, es importante saber cómo lidian, afrontan los y las adolescentes con el ciberodio. Para dar respuesta a esta pregunta, un grupo internacional de investigadores desarrollaron un estudio con 1.480 adolescentes alemanes de entre 12 y 17 años. Recientemente han publicado los resultados en el artículo How do adolescents cope with cyberhate? Psychometric properties and socio-demographic differences of a coping with cyberhate scale publicado en la revista indexada en JCR, Computers in Human Behavior.
En general, solo un 17.2% (n = 246) de los y las participantes en el estudio indicaron haber sufrido ciberodio, sin encontrarse diferencias significativas entre chicos y chicas. Las estrategias que más emplearon los y las adolescentes para hacer frente al ciberacoso fueron, la mayoría, bloquear a la persona agresora para que no pudiera ponerse en contacto nunca más (74,5%), decirle a la persona agresora que parara de comportarse así (69.2%), indicar a la persona que ejerce la agresión que su comportamiento no es aceptable (64,6%), guardar evidencias de las agresiones (por ejemplo capturar imágenes o mensajes) (63,2%), y aumentar su protección y preocuparse de qué personas tienen acceso a su información personal (60,8%). Además, un 19,9% informó de la situación o pidió ayuda a un profesor o al director de la escuela. Sin embargo, apenas un 9% recurrieron a pedir ayuda a otros recursos como por ejemplo centros de atención en línea para casos como estos. Y un 18,8% no supieron qué hacer y un 18,4% indicaron estar completamente desesperados.
No obstante, según los autores, los resultados son alentadores porque los y las adolescentes recurrieron en general a estrategias de afrontamiento constructivas, asertivas, buscando apoyo cercano. Estrategias que, en definitiva, son consideradas más efectivas y positivas.
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