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Los “Big data” son cantidades masivas de información generadas en el marco del uso de las nuevas tecnologías, principalmente a través de dispositivos electrónicos. En diferentes áreas científicas el análisis y uso de estos “Big data” ha sido de gran utilidad para acercarse a problemáticas diversas. Por ejemplo, actualmente Japón está valorando recurrir a los “Big data” y a la Inteligencia Artificial para controlar el brote del Coronavirus. 

Disponer de los “Big data” puede ser muy beneficioso para mejorar el bienestar de las mujeres y de las niñas, pero solo si el análisis de estos datos masivos incluye un enfoque de género. Esto es lo que plantean las autoras y autores del artículo The promise and perils of big gender data publicado el pasado mes de enero en la revista Nature Medicine

Históricamente, la desigualdad de género ha estado presente en la ciencia. Los sesgos de género han dificultado disponer de factores de riesgo, por ejemplo sobre enfermedades mentales entre grupos específicos de mujeres y niñas. Por otra parte, disponer de datos sobre la incidencia de la violencia de género, los matrimonios infantiles o del acoso sexual puede tener un impacto en el desarrollo de políticas públicas para la erradicación de estas problemáticas o para una mejor atención a las mujeres. Los “Big data” con perspectiva de género pueden aportar cantidad de datos valiosos sociodemográficos, geográficos, sobre preocupaciones de salud o sociales de las mujeres, sobre las actividades económicas, pensamientos, sus expresiones en las redes sociales de las que se pueden inferir incidencias de problemáticas o incluso cuestiones candentes que emergen socialmente. 

Un uso responsable y ético de los “Big data” pasa inevitablemente por incorporar una perspectiva de género, desde la ideación de la pregunta de investigación hasta la programación del algoritmo. Todo ello plantea retos legales y éticos principalmente en relación a la transparencia, el almacenamiento, la seguridad y el uso responsable de estos datos. Además, se debe tener en consideración las barreras que las mujeres, en especial de minorías o no académicas, pueden tener para ejercer sus derechos respecto al uso de datos privados y las dificultades que muchas veces tienen para conseguir acceso a la justicia y reparación legal.  

Por todo ello, el enfoque de género en el uso de los “Big data” debe ser, además, inclusivo y dialogado con todos los colectivos y grupos implicados. Esto conllevará un uso de los “Big data” más justo y orientado al beneficio colectivo. 

Recientemente está emergiendo el concepto de “feminismo de datos”, que propone analizar quién tiene acceso a esos “Big data”, quién carece de ese acceso y cómo estas desigualdades pueden generar un sesgo digital que afecte al género, o al origen étnico de las personas, a su orientación sexual u a otras cuestiones vinculadas con la identidad. Las autoras y autores del artículo proponen que la comunidad “Big data” incluya este debate y lo extienda a toda la sociedad. 

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