Hemos tenido la oportunidad de participar en sesiones divulgativas sobre violencia de género dirigidas a chicos y chicas de la ESO y Bachillerato. Dentro de los objetivos de la investigación que llevamos a cabo, se incorpora el conocer si el mensaje que se transmite a la adolescencia en estas charlas es el más adecuado según las evidencias científicas disponibles. La adquisición en la adolescencia de habilidades sociales adecuadas conforma el núcleo de las acciones preventivas más exitosas.
Sin adelantar más resultados, podemos decir que generalmente falta una conexión entre el mensaje que se pretende dar (desde el lenguaje de la ética, por supuesto) y la escala de referentes que los adolescentes utilizan. Ante esta situación se introdujeron en las sesiones dos nuevas variables en el mensaje: el amor y el determinismo por un lado, y la socialización con que aprendemos el comportamiento, por otro.
Ante este nuevo punto de partida, aumentó la participación de chicos y chicas debido al interés por esos nuevos conceptos. El relato fue el siguiente:
- ¿Qué serías capaz de soportar por amor? -preguntamos a la clase.
- Todo, si estás enamorada de verdad – contestó una chica.
- ¿Crees que no podrías cambiar eso?
- No, si es amor de verdad.
- ¿Y cómo creéis que sería ese amor romántico: racional o irracional? (mensaje lanzado esta vez al resto de la clase).
La respuesta tímida pero unánime es “irracional” (y, por lo tanto, determinista). No estamos de acuerdo y lo argumentamos. Ellas, sobre todo, intentan que les expliquemos por qué no debería ser irracional ese amor romántico, con caras de incredulidad unas y de indiferencia otras. Las caras de los profesores presentes también muestran sorpresa y observamos cómo también esperan una respuesta.
Entonces nos detenemos un momento y observamos en esas dos clases de bachillerato que los chicos y chicas piensan que, una vez enamoradas o enamorados, el destino estará echado porque poco o nada pueden hacer. Les hablamos de la “magia” y de que siempre podemos elegir el camino a tomar. Que nuestras elecciones vienen en gran medida dirigidas por la socialización que nos impregna desde que nacemos y que, si hubiese sido diferente, quizás les gustasen otro tipo de chicos.
Empiezan a entender el mensaje y preguntan sobre las formas de salir de una relación y obtienen una respuesta también basada en evidencias: adquiriendo, por ejemplo, las habilidades que te harán detectar una relación tóxica desde el inicio para no tener que salir después de un pozo mucho más profundo.
La investigación está resultando muy interesante y transformadora, aunque se observa la existencia de una dimensión exclusora compleja. Generamos socialmente infinidad de estímulos que refuerzan los falsos mitos de género y, aunque disponemos de evidencias científicas, a menudo no se utilizan (por barreras institucionales, por ejemplo) para conseguir una mayor transformación que supere las desigualdades de género y, así, la violencia.
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