El aumento de la violencia en los hogares, las escuelas, los barrios y los países puede tener un impacto negativo duradero en la infancia y las comunidades. Este es un tema de gran preocupación en todo el mundo. Un equipo de investigación multidisciplinar de la Universidad de Yale, referente académico a nivel mundial en la generación de conocimiento que promueve la paz y la equidad en la infancia, junto con UNICEF y otros socios mundiales, están impulsando un proyecto que ayude a prevenir la violencia y construir nuevas generaciones que tomen como base la paz.

Hasta hace unos años teníamos muy claro que el Aprendizaje Temprano prepara a la infancia para los desafíos de la escuela y sienta las bases del aprendizaje a lo largo de toda la vida. En la actualidad los estudios están encontrando también una correlación clara entre las iniciativas de educación temprana y equitativa y la consolidación de la paz futura. Se está analizando con mayor profundidad cómo podemos contribuir a cambiar el rumbo de la violencia y promover sociedades pacíficas. En este sentido uno de los consensos es que la educación temprana de los niños y niñas es un foco esencial para la transformación de las sociedades venideras. La evidencia científica está respaldando que desde el desarrollo de la primera infancia (0 a 6 años) podemos hacer posible La Paz y es una oportunidad única para transformar la cultura de la violencia en la cultura de paz.

Los estudios analizan cómo influyen los vínculos tempranos en nuestra fisiología de una manera que incidirá en la construcción de la paz en la edad adulta. La investigación está demostrando que pueden lograrse cambios duraderos e intergeneracionales a través de intervenciones tempranas y están proliferando las investigaciones y programas basados en la evidencia centrados en analizar los vínculos e interacciones que se desarrollan en la primera infancia en la diversidad de espacios socioeducativos. Hasta el momento, los análisis están encontrando resultados claros, por ejemplo, sobre que la probabilidad de actos violentos se duplica para países con altos niveles de desigualdad en educación; que los programas que abordan la violencia de género disminuyen el impacto de probabilidad de conflictos en la sociedad hasta aproximadamente un 37 %; que una mayor prevención primaria en el campo de la psiquiatría infantil podría tener efectos positivos en la disminución de la violencia.

Este foco de análisis rechaza los modelos socioeducativos que no consideran prioritarios el enfoque de educar en la Violencia 0 desde los 0 años y continúa ratificando que la tendencia de un niño o una niña hacia la agresividad y la violencia comienza a tomar forma ya desde los primeros años. En este sentido toman especial relevancia cuáles son los programas que impulsamos para promover las habilidades que permita a los niños y niñas desde la primera infancia convertirse en agentes de cambio en la construcción de la paz de sus sociedades. Tenemos evidencia del impacto de la violencia en el desarrollo de la salud, los sentimientos y los aprendizajes de los niños y de las niñas, pero ahora también del impacto que estas relaciones tendrán en lograr en más o menos tiempo un mundo cada vez más libre de violenc