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Con mayor o menor periodicidad, salen a la luz pública casos que estremecen socialmente sobre hijos o hijas (menores o mayores de edad) que dan muerte a su progenitor o progenitora, lo que se denomina parricidio. Independientemente del trato periodístico del parricidio, que en ocasiones recurre al sensacionalismo y el morbo fácil, lo cierto es que existen contribuciones científicas que lo abordan.

La mayoría de aportaciones sobre el parricidio se realizan desde el ámbito de la psiquiatría, criminología o psicología. Tienen menos presencia en las bases de datos científicas las disciplinas como la sociología, la educación, el derecho, la neurociencia o los estudios de género en el análisis del parricidio. En cualquier caso, es importante tener en cuenta que los estudios científicos que presentan datos cuantitativos sobre el parricidio y que incluyen la dimensión de género son escasos en la mayoría de países y regiones del mundo. Hay algunas excepciones. Partiendo de una revisión de archivos forenses, Bourget, Gagné y Labelle en su artículo titulado “Parricide: A comparative study of matricide versus patricide” (Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law) presentan datos de Quebec (Canadá) identificando que entre 1990 y 2005 hubo 27 madres y 37 padres víctimas de parricidio, con 9 casos de parricidio doble. Los perpetradores fueron 52 hijos y 4 hijas, con aproximadamente un 15% de casos de perpetradores que intentaron suicidarse después del parricidio. 

Si ampliamos la mirada hacia las investigaciones sobre comportamiento y derecho, cabe destacar el artículo de Haegerich y Bottoms “Empathy and jurors’ decisions in patricide trials involving child sexual assault allegations” publicado en Law and Human Behavior, que es uno de los artículos más citados a nivel internacional sobre parricidio. Las autoras simulan un juicio con 205 participantes en el que el acusado sostiene que el parricidio fue en defensa propia después de años de abuso sexual. A un grupo de participantes se les pidió que tomaran la perspectiva del acusado (defensa propia después de abuso sexual), procurando pensar y sentir como si fueran el acusado, mientras que el otro grupo de participantes no recibió tales indicaciones. Los resultados indicaron que los miembros del jurado a los que se les pidió que adoptaran la perspectiva del acusado tenían más empatía por él, encontraron al acusado menos culpable y menos responsable por el asesinato y eran más propensos a considerar el abuso como un factor mitigante en el asesinato. Estos resultados están en línea con lo que a veces se manifiesta por vecinos, conocidos, familiares, etc. de los y las perpetradoras de parricidio. La “empatía” demostrada por las autoras puede tener consecuencias nefastas para el conjunto de la sociedad porque tiene el riesgo de justificar los motivos por los que una persona mata a otra. 

Mientras la investigación científica avance y se incorporen más elementos de análisis desde diferentes disciplinas, es necesario y urgente pensar cómo cambiamos la sociedad para prevenir y evitar estas situaciones. Mirar hacia otro lado, cuchichear sobre estos casos o justificar al agresor o agresora solo agravará el impacto tan negativo que tiene el parricidio para el conjunto de la sociedad. 

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