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Esta semana la prensa inglesa se hacía eco de la historia de Molly Cuddihy y Sara Millar, dos estudiantes adolescentes que tejieron una amistad hermosa y verdadera en una unidad especial de adolescentes con diagnóstico de cáncer en el Royal Hospital Infantil de Glasgow. Allí, juntas combatieron y se apoyaron durante el tratamiento que recibieron. Ahora, las dos amigas se han comprometido a continuar luchando para mejorar los servicios del hospital para que las y los menores preadolescentes también puedan acceder a este servicio y así tener la oportunidad de encontrar el importante apoyo de una amistad que les ayude a hacer frente al cáncer. 

Molly y Sara, de 17 y 16 años, se conocieron en una unidad de cáncer respaldada por el proyecto Teenage Cancer Trust, una entidad que trabaja para ofrecer apoyo a jóvenes que son diagnosticados con cáncer ya que, según señala, cada día siete personas entre 13 y 24 años son diagnosticadas en Reino Unido. Su misión es ofrecer un tratamiento experto y de apoyo desde el primer momento que oyen la palabra “cáncer”.  Parte de este trabajo lo realizan en colaboración con los hospitales a través de las unidades de cáncer especialmente diseñadas para los y las adolescentes. Allí es donde Molly y Sara se conocieron e iniciaron una relación de apoyo mutuo que las ayudó a compartir los momentos difíciles y a encontrar la comprensión que necesitaban, lo que les permitió construir una relación de amistad de calidad que contribuyó a la mejora de su salud y, por ende, sus vidas, y ahora, las de más personas.

Sandra Racionero señala, en una de sus publicaciones sobre relaciones humanas de calidad como contexto de salud y libertad, que las relaciones afectivas positivas comportan estados emocionales que favorecen una mejora de la salud. También, que se encuentra identificado que las personas que vivencian relaciones positivas de amistad “tienen una presión arterial ambulatoria más baja, mejor funcionamiento inmune y niveles de oxitocina más altos que explican incluso una cicatrización más rápida”. Son evidencias científicas que nos permiten comprender los beneficios que aportaron a Molly y Sara la relación que fueron tejiendo, así como la creación de sentido que su amistad dotó a sus vidas tras el giro que supuso el diagnóstico de cáncer.

Molly y Sara, agradecidas por los beneficios que les aportó este servicio del hospital, ahora se comprometen a contribuir a que más personas diagnosticadas con cáncer puedan beneficiarse de los efectos positivos de las relaciones humanas de calidad. Unos beneficios que, como indica Racionero, no solo son para una o uno mismo, sino también para la humanidad. 

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