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Un catedrático de sociología ha realizado varias publicaciones en las que habla de este tema con afirmaciones como “…es probable que la elevada feminización tenga que ver con la persistente tendencia a aligerar el horario y el calendario escolares. Obligadas a compatibilizar el trabajo con las responsabilidades domésticas…”, dando a entender que las mujeres docentes han priorizado su tiempo libre sobre su tarea laboral.  En varios escritos vincula la feminización de la docencia con la falta de prestigio de la tarea docente y con un alto índice de responsabilidades, cargas familiares y domésticas que conllevarían una reducción de la eficacia docente. Eso no tiene nada que ver con la sociología sino con sus prejuicios sexistas.

Estos argumentos, desde un punto de vista feminista, resultan algo más que injustificados e inaceptables. Habrá quien diga que ese sexismo es propio de los hombres, pero eso tampoco es cierto porque hay mujeres y hombres en contra de esas afirmaciones y hombres y mujeres a favor. Las mujeres han puesto en marcha sus esfuerzos y sus capacidades dentro de un sistema educativo necesitado de aportaciones concretas que ayuden a superar las desigualdades y, por lo tanto, a mejorar los resultados de todo el alumnado. Por ello no es cierto atribuir el mal funcionamiento de un sistema educativo a las mujeres por su dedicación a las tareas domésticas.

Quizá sería más adecuado visibilizar la lucha y el trabajo profundo que han realizado muchas mujeres en la educación, que ha contribuido en los avances educativos.

Tal vez en el debate se debería poner el foco, y en ello los “expertos” que escriben sobre estos temas tendrían que apoyar sus diatribas en evidencias, sobre qué tipo de interacciones y de actuaciones educativas se promueven en la formación inicial y permanente del profesorado, y qué aval científico tienen. 

Pretender buscar en las profesoras un elemento de fracaso educativo, habiendo aportado su ilusión y su conocimiento para intentar mejorar las vidas de sus alumnas y alumnos, mientras determinados catedráticos, supuestamente expertos en el tema, hacen afirmaciones que no cuentan con ningún aval científico y que dañan la tarea desarrollada por las mujeres durante los últimos años, ni es justo ni es feminista, sino todo lo contrario.

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