Los niños y las niñas víctimas de violencia de género en el contexto familiar son, sin duda, quienes más vulnerables se encuentran ante la violencia. Las consecuencias de la violencia impactan severamente en el desarrollo y la salud mental de la infancia. La detección de la violencia y la protección de la infancia son responsabilidad de toda la sociedad y, en especial, del personal sanitario y por ello la capacitación de los y las profesionales de la salud de atención primaria es fundamental para que puedan responder apropiadamente y protejan a los y a las menores víctimas de violencia. Para ello, es primordial que reciban una formación basada en evidencias científicas. Con este fin, un equipo de investigación se propuso diseñar y aplicar una formación dirigida a profesionales sanitarios en el Reino Unido.
Previo al diseño e implementación de la formación, el equipo realizó una investigación previa para detectar necesidades. Sus resultados se presentaron en el artículo Making the links between domestic violence and child safeguarding: an evidence‐based pilot training for general practice. La formación se fundamentó en la integración de diferentes fuentes de información científicas, principalmente sobre identificación del maltrato infantil, capacitación en protección infantil y resultados de experiencias formativas previas. Conjuntamente con la revisión de literatura científica, el equipo contactó con 250 formadores, quienes facilitaron materiales y cuestionarios formativos que posteriormente fueron analizados y evaluados por el equipo de investigación. Asimismo, realizaron 60 entrevistas telefónicas semiestructuradas con profesionales sanitarios de atención primaria (medicina y enfermería). Para la obtención de datos combinaron zonas urbanas y semirrurales, completando entrevistas con servicios especializados en violencia doméstica del norte, sur y centro de Inglaterra. En el proceso y discusión final de los resultados participaron un panel de personas expertas y usuarias de servicios.
El equipo de investigación encontró varios temas clave. En primer lugar, identificaron que, si bien la mayoría de profesionales sanitarios son conscientes de la gravedad y consecuencias del maltrato infantil, tienen dificultades para explorar este asunto en la atención sanitaria y para actuar cuando no existe una situación de peligro inminente, ante la que sí tienen conocimiento sobre cómo proceder. Algunos profesionales también delegaban la competencia de detectar y proteger a los servicios sociales. Mientras que todo el personal sanitario había recibido formación sobre protección a la infancia, solo tres se habían capacitado además sobre violencia doméstica. El equipo de investigación detectó un fallo fundamental entre los y las profesionales, al no vincular la protección a la infancia con la violencia doméstica. En este sentido, los y las profesionales identificaban la falta de competencias comunicativas para dialogar con la infancia y abordar temas tan complejos y duros como la violencia.
En segundo lugar, la investigación detectó que los y las profesionales de la medicina estaban más inclinados a hablar directamente con las parejas abusivas que con sus hijos e hijas. Las necesidades y experiencias de la infancia no eran interrogadas o exploradas directamente por los y las profesionales de la salud, sino por los adultos, lo que dificulta la detección y la comunicación directa con los niños y niñas víctimas de violencia. Por el contrario, los agresores eran percibidos como informantes competentes, con potencial para aceptar consejos y apoyo y lograr un cambio de comportamiento.
En tercer lugar, otra problemática detectada fue la falta de colaboración y de comunicación entre diferentes servicios y agentes profesionales.
En cuarto lugar, falta consenso y criterio sobre la protección, salvaguarda y confidencialidad de la información sobre las víctimas. Esto generaba una tensión entre la intención de proteger la información sobre los y las menores víctimas y limitar el acceso a la información por parte del padre agresor.
La identificación de las necesidades formativas de los y las profesionales sanitarios de atención primaria es, como demuestra el artículo científico, un paso previo fundamental para diseñar formaciones de calidad, basadas a su vez en los conocimientos científicos.
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