En el mundo, casi 1,4 millones de niñas y niños son víctimas de explotación sexual (ILO, 2017). La trata de menores con fines de explotación sexual es una problemática difícil de investigar, principalmente porque está oculta y vinculada a otras actividades criminales. Además, muchas víctimas de trata menores de edad suelen encontrarse en circunstancias adicionales de vulnerabilidad: pueden haberse visto obligadas a huir de sus casas por abusos o maltrato en el entorno familiar, estar sufriendo acoso en el centro educativo, haber sido inducidas al consumo de drogas, ser refugiadas o jóvenes que migran solas, etc.; barreras que les dificultan pedir ayuda, y que frecuentemente las empujan a no querer ser identificadas. En EE.UU. uno de los colectivos con mayor riesgo de ser víctimas de trata son los menores de edad que están bajo el sistema de protección de menores o de justicia juvenil.
Hasta ahora gran parte de la investigación sobre trata de seres humanos con fines de explotación sexual se ha centrado en el estudio de los factores de riesgo que acercan a la trata. Menos se conoce sobre los factores protectores, es decir, los que alejan de las circunstancias de riesgo y de la captación. Jennifer O’Brien, en el artículo, “Sometimes, Somebody Just Needs Somebody – Anybody – to Care:” The power of interpersonal relationships in the lives of domestic minor sex trafficking survivors, ha estudiado los factores de protección y, entre estos, la importancia de las relaciones interpersonales entre trece supervivientes de trata de menores con fines de explotación sexual.
Los resultados muestran que, globalmente, las relaciones personales tuvieron una importancia tanto negativa como positiva. La mayoría de los supervivientes identificaron relaciones negativas con familiares y personas que estaban a su cargo, relaciones caracterizadas por abusos físicos o sexuales o por negligencia. Sobre esta última, las participantes identificaron que la negligencia o la ausencia de relaciones interpersonales podían ser tan dañinas como los abusos.
Por el contrario, las relaciones interpersonales sanas y positivas han sido importantes para prevenir la trata, pudiendo ayudar a que las niñas y niños experimenten y aprendan lo que les hace sentir bien y puedan identificar señales de advertencia de posibles riesgos. Sobre todo, las relaciones interpersonales saludables con otras profesionales y con supervivientes son especialmente positivas para desarrollar resiliencia y superar la victimización por explotación sexual. Las supervivientes identificaron en especial las relaciones de apoyo entre ellas; esta combinación de relaciones diferentes, sanas, fue vital para su recuperación y para perseverar en su vida. Como una de las participantes señalaba en el estudio, “A veces, alguien solo necesita que alguien se preocupe”, porque, como otra participante indica, “las relaciones buenas y saludables son poderosas”.
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