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Sufrir violencia de género durante el embarazo tiene consecuencias gravísimas tanto para la madre como para el bebé, llegando incluso a la muerte. Por ello, la atención sanitaria a las mujeres maltratadas durante el embarazo es vital para reducir el daño y protegerlas. Sin embargo, según cita el estudio Intimate Partner Violence During the Perinatal Period, las mujeres que sufren maltrato suelen recibir una atención perinatal tardía, y no siempre adecuada a su situación si la comparamos con la recibida por otras mujeres embarazadas. No obstante, las mujeres embarazadas acuden más frecuentemente a revisiones médicas por lo que este periodo puede suponer una oportunidad para la detección de la violencia.

Según las autoras del estudio, las matronas y las personas profesionales de la enfermería están en una posición privilegiada para la detección y atención sanitaria a mujeres embarazadas que sufren malos tratos. Pero para ello es fundamental incluir las voces y experiencias en la atención sanitaria de las mujeres que han sido víctimas de violencia de género durante el periodo perinatal. Este es el propósito de la investigación realizada en EE. UU., ofrecer recomendaciones al personal sanitario de enfermería para mejorar la atención a las mujeres víctimas de violencia de género durante el embarazo, partiendo de las sugerencias de las propias víctimas.

El estudio empleó métodos mixtos, incluyendo la realización de veinte entrevistas semiestructuradas. Las investigadoras destacan cinco recomendaciones principales para el personal sanitario en contacto con mujeres embarazadas que pueden estar sufriendo malos tratos.

La primera consiste en establecer relaciones de confianza y seguridad con las pacientes. En segundo lugar, revisar regularmente posibles signos de violencia. Para ello es importante ir más allá de preguntas como “¿estás segura en casa?” y, en cambio, pueden ser más útiles preguntas indirectas junto con la escucha activa y la observación de la comunicación no verbal en las respuestas. La tercera recomendación consiste en profundizar en las preocupaciones de las mujeres, en su estado emocional y en otros síntomas posibles como la depresión postparto o la ansiedad, que pueden ser consecuencia de los malos tratos que sufren. En cuarto lugar, recomiendan que el personal sanitario no se preocupe por si las mujeres dicen “la verdad” ante la pregunta directa de si están sufriendo violencia de género, ya que el simple hecho de mencionar la violencia y hablar sobre ella beneficia a las mujeres que prefieren o no pueden aún desvelar los malos tratos. Muchas mujeres están expuestas a un riesgo elevado cuando denuncian. Por último, la quinta recomendación es que el personal sanitario sea capaz de conectar a las mujeres con recursos y personas de la comunidad que pueden ayudarlas.

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