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Lilla Cabot Perry

Lilla Cabot Perry  tenía un gran talento, sensibilidad y grandes aptitudes para la pintura y, aunque tuvo formación en literatura, poesía y música, no la recibió sobre esta expresión artística por lo que, en cuanto a la pintura, fue autodidacta y dejó un legado de importancia.

La pintora comienza su educación formal en este arte a los 36 años con el retratista Alfred Quentin Collins. Un año después, conoce al pintor impresionista Robert Vonnoh, que realiza, fundamentalmente, retratos y paisajes. De manera que Lilla Cabot comienza a interesarse por el impresionismo, estudia en París, después en el Museo del Prado copiando obras y, finalmente, viaja a Munich para continuar su formación.

Pasa a ser artista profesional en 1889, cuando presenta dos de sus obras en el Salón de Artistas. A lo largo de su carrera profesional participa con sus obras de movimientos diversos y estéticas diferentes. Realiza un aprendizaje continuo.

Es en 1889 cuando conoce a Claude Monet quien la inspiró en su obra; con él aprendió a mirar, a observar. Muchas de sus obras son impresionistas: retratos y paisajes, con gran influencia de Monet.

En 1893 su obra fue elegida para la Exposición Universal de Chicago y, ya en 1897, su obra era conocida internacionalmente.

Vivió unos años en Japón, de forma que la influencia japonesa se advierte en sus cuadros sobre la naturaleza, los árboles, las flores, las hojas. Así, el paisaje será ahora el tema más importantes de las obras de este momento, mientras que la figura humana ocupa un segundo lugar.

Lilla Cabot Perry alcanzó grandes cotas de perfección en el retrato femenino. Desde el principio de su carrera estudió el rostro y la actitud de las mujeres. Su técnica y estilo fue variando y añadió diversidad a las primeras obras de retratos femeninos: algunas están en reposo, con elegancia, detallismo y misterio.

La luz tiene una gran importancia en su pintura, resultado de la mezcla de movimientos artísticos y estilos, lo que hace que la obra de Lilla Cabot Perry consiguiera destacar por una elegante presentación del color, la luz y la vida. La luz de los diferentes lugares en los que estudió y vivió aportó a sus pinturas una gran belleza y eleva a su obra hasta considerarla como un gran e importante legado artístico.

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