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Últimamente, las redes se han hecho eco de cómo podríamos cuidar del planeta al mismo tiempo que consumir de manera sostenible, con el ejemplo de Francia. Pero esto no es algo nuevo. Tenemos mucha información sobre qué hacer para no contaminar, cómo utilizar cada vez menos plásticos y hasta cómo dar un uso más eficiente a los recursos naturales. Entonces ¿a qué esperamos?

Ya sabemos que la mayoría de los productos que forman parte de nuestra alimentación han contribuido de alguna manera a contaminar el medio ambiente. Consumir la cantidad necesaria sin tirar alimentos es el principio básico para empezar a cuidar el planeta. Y a ofrecer recursos para ello es a lo que se dedicó un grupo de 37 científicos/as de todo el mundo cuando se reunieron como parte de la comisión EAT-Lancet, y ofrecieron “la dieta de la salud planetaria” como parte de la solución. 

Tal y como se puede ver en el gráfico “Proyecciones de emisiones globales para mantener el calentamiento global muy por debajo de 2°C”, controlando el consumo, y por tanto la producción de alimentos, podríamos controlar sus impactos para no superar el aumento de 2 grados mencionado.

Periódicos internacionales como CNN o BBC ya han difundido los resultados de esta investigación, Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems [Los alimentos en el antropoceno: la Comisión EAT-Lancet sobre dietas saludables de sistemas alimentarios sostenibles], llevada a cabo para proponer dos objetivos primordiales:  1) comer saludablemente y 2) sin descuidar el planeta.

Según recoge BBC, la dieta propuesta no rechaza completamente los productos lácteos ni la carne roja, pero sí propone su reducción, por lo que indica unas cantidades que cumplirían los dos objetivos  mencionados antes: nueces – 50g al día; frijoles, garbanzos, lentejas y otras legumbres – 75g al día; pescado – 28g al día; huevos – 13g por día (un poco más de uno por semana); carne – 14g por día de carne roja y 29g por día de pollo; carbohidratos:

granos enteros como pan y arroz 232g por día y 50g por día de vegetales ricos en almidón; productos lácteos – 250g – el equivalente a un vaso de leche; verduras – (300g) y frutas (200g). La dieta tiene espacio para 31g de azúcar y aproximadamente 50g de aceites como el aceite de oliva. La CNN (imagen) muestra también de manera resumida estos datos, donde podemos ver que se puede comer de todo, pero es de suma importancia hacerlo medioambientalmente sostenible.

Para concienciarnos sobre qué efecto tiene consumir cada uno de los alimentos que forman parte de nuestra dieta, la BBC también facilita el enlace a una app que muestra, en función del producto, el impacto ambiental que genera. Por ejemplo, si escogemos “pasta” y añadimos que la consumimos de 1 a 2 veces por semana, podemos ver que este consumo de pasta durante todo un año contribuye con 9 kg a las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, lo que es equivalente a conducir un coche de gasolina durante casi 40 kilómetros, o al gasto en calefacción durante 1 día y medio en el Reino Unido. El consumo de pasta de una persona durante 1-2 veces a la semana durante un año también implica 4.499 litros de agua, equivalente a 69 duchas que duren ocho minutos.

Pero en el mundo, según las estadísticas, para el año 2050, se ha calculado que habrá diez mil millones de personas que necesitarán alimentarse, cada día varias veces.

El estudio, resumido, no trata de cambiar radicalmente nuestros hábitos de consumo – no hay evidencias científicas que corroboren que ser vegano es equivalente a reducir los gases de efecto invernadero- sino concienciarnos de qué impactos tienen y cómo podemos alimentarnos de manera sostenible para el planeta. Está en nuestras manos ser parte activa de cuidar el planeta cuidando nuestra salud.

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