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Como ya se sabe, las fases del sueño denominadas REM, formadas por etapas de sueño de movimientos oculares rápidos, se asocian no solo a la calidad del sueño sino también a procesos de memoria, aprendizaje y mejor eficiencia cotidiana.

Un estudio publicado en la revista Cell Reports ha descubierto dos genes (Chrm1 y Chrm3) que desarrollan una función de alta relevancia en la fase REM. Bajo el título Muscarinic Acetylcholine Receptors Chrm1 and Chrm3 Are Essential for REM Sleep [Los receptores de acetilcolina muscarínica Chrm1 y Chrm3 son esenciales para el sueño REM], investigadores del Centro para la Investigación de la Dinámica de los Biosistemas, RIKEN, ubicado en Japón, descubren que los ratones que carecen de los genes Chrm1 y Chrm3 no experimentan la fase del sueño REM, en la que se dan los movimientos oculares rápidos. Aunque la acetilcolina promueve la vigilia y el movimiento ocular rápido (REM), no está claro si la vía colinérgica es absolutamente necesaria para el sueño REM, debido a la redundancia de los circuitos neuronales a las moléculas.

El equipo investigador demuestra primero que la inhibición sináptica de las neuronas colinérgicas causa un tipo grave de sueño corto; y que la reducción del sueño se debe a una menor duración del sueño en la fase oscura. A posteriori, demuestran que la eliminación completa de los genes del receptor de acetilcolina mediante el método CRISPR de triple objetivo revela que un tipo de sueño corto similar aparece en la desactivación de dos receptores de acetilcolina, Chrm1 y Chrm3. El equipo investigador encontró que los ratones sin los genes Chrm1 y Chrm3 dormían menos que los otros y no presentaban sueño del tipo REM. Sorprendentemente, Chrm1 y Chrm3 eliminan crónicamente el sueño REM, lo que sugiere que los receptores de acetilcolina, es decir, los genes Chrm1 y Chrm3, son esenciales para el sueño REM.

Los resultados arrojan luz sobre la posibilidad de que la fase REM no sea necesaria para la supervivencia, dado que los ratones mutantes la tienden a evitar; o, tal vez, la experimenten en una fase más profunda del cerebro a la que de momento la ciencia no ha llegado. Un camino de posibles investigaciones se abre a partir de estos hallazgos que pueden, no solo aportar beneficios para los trastornos del sueño, sino también para las enfermedades o estados de ánimos asociados al sueño. 

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