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El movimiento #metoo se ha convertido en un fenómeno social sin precedentes, dando lugar a que las mujeres que han sido víctimas de acoso y abuso sexual encuentren una plataforma a través de la cual se sientan más seguras para romper su silencio y denunciarlo públicamente. Esto ha desencadenado que muchas mujeres, entendiendo que sus historias podían ser importantes para evitar que otras sufran lo mismo que ellas, también hayan encontrado la fuerza y el ánimo para compartirlas y hacerlas públicas. La era #metoo ha provocado que el debate y la reflexión sobre el alcance y gravedad de esta problemática llegue hasta la calle y, al convertirse en una preocupación de dominio público, es frecuente que los medios de comunicación den espacio para las historias personales que hay detrás de muchos #metoo.

En este sentido, la American Psychological Association (APA), afirma que para quienes han vivido algo parecido o similar, escuchar una noticias acerca de la experiencia o el relato personal de mujeres y hombres que han sobrevivido a la violencia sexual, puede provocar un despertar de sentimientos y emociones complejas. Aún después de mucho tiempo, un solo detalle puede conectar con la experiencia propia y traer al presente recuerdos dolorosos. Tal y como recoge APA en su artículo, es una reacción normal que no por ello menos relevante, ya que la investigación demuestra, por una parte que las personas que han sobrevivido a la violencia sexual conservan recuerdos más intensos y “dominantes” de hechos estresantes en la vida y desarrollan una mayor tendencia a recordar este tipo de situaciones que otras y, por otra parte, que el abuso sexual y la violación son los traumas más comúnmente asociados con el trastorno de estrés postraumático en las mujeres.

Por ello, y con el fin de ayudar a sobrellevar y gestionar de la mejor forma posible los recuerdos y sentimientos que pueda provocar oir a otras personas contando su experiencia de abuso o acoso sexual o ciertos detalles del mismo, para quienes han sufrido algo así, APA propone una serie de pautas a seguir:

 

  • Visualiza todo el camino recorrido, tras haber sufrido algo así, ya llevas mucho superado a tus espaldas.
  • No tienes por qué enfrentarte ante noticias de este tipo siempre. Leer en lugar de ver a personas contando su experiencia través de la pantalla y evitar los momentos antes de ir a dormir, para evitar caer en un “bucle insomne” dándole vueltas a lo ocurrido una y otra vez.
  • Intenta mantener el control de tus hábitos de sueño, alimentación y ejercicio físico. Evitar las conductas de riesgo y autodestructivas es especialmente importante cuando se experimenta angustia.
  • Recurrir a lo que ya te ha funcionado e ido bien en otras ocasiones en que has pasado momentos difíciles, casi todo el mundo tiene sus recursos. Hacer de voluntaria o voluntario, practicar meditación, llamar a una amiga y salir un rato, cada cual suele tener identificada una o varias actividades que le ayudan a encontrarse mejor y a las que puede recurrir cuando lo necesite.
  • No hay ningún problema si no te sumas a la visibilización pública. Que muchas mujeres se hayan sumado al #metoo, no significa que sea la mejor opción para todo el mundo.
  • Escríbelo. Las evidencias muestran que escribir sobre experiencias traumáticas o estresantes puede contribuir a paliar la intensidad de algunos recuerdos dolorosos.
  • Si la angustia ha llegado a bloquearte y te está destruyendo (depresión, conductas de riesgo y adictivas, está afectando a tu trabajo, etc.), busca ayuda de un profesional capacitado para identificar problemas de salud mental y encontrar soluciones para gestionarlos de la mejor forma posible.
  • Habla de tu experiencia con precaución, busca espacios seguros.
  • Las amistades juegan un papel fundamental de cara a superar las experiencias dolorosas de la vida. Construir amistades de calidad, sinceras, profundas, transformadoras, ayudará, decidas contar o no tu experiencia, a mejorar tu bienestar psicológico. Es importante pasar tiempo con las personas que nos hacen sentir bien.

Otras contribuciones científicas como la que presentaba la Dra. Sandra Racionero en la Lección Inaugural del Acto de Apertura del curso 2017-18 de la Universidad Loyola Andalucía y que están profundizando en este debate, afirman que “[..,] desde la conciencia somos nosotros quienes decidimos cómo regular los recuerdos y sentimientos asociados, desde la consciencia somos nosotras y nosotros quienes decidimos qué dirección dar al pasado para cumplir propósitos personales, mientras que si los recuerdos y afectos no positivos permanecen en la base del iceberg, desde la inconsciencia, son ellos quienes nos pueden conducir hacia lugares que podrían llegar a contradecir nuestros mejores sueños [..,]”.

No podemos volver al pasado, pero somos libres para decidir qué hacemos con éste: ¿dejamos que nos destruya?, ¿lo llevamos hasta el inconsciente, como si nunca hubiera ocurrido?

También podemos darle sentido colaborando activamente para que a otras personas no les ocurra lo mismo y ponerlo al servicio de la transformación social.

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