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Carmen Baroja

Carmen Baroja nació en 1883 en Pamplona, murió en Madrid en 1950. Escritora y etnóloga. También se dedicó a la orfebrería; escribió artículos sobre estas materias; catálogos y varios libros. En Madrid, compartió taller con su hermano Ricardo, con quien también estudiaba y discutía las diferentes técnicas de trabajo para sus diseños de orfebrería.

Carmen Baroja apenas ha pasado a la historia literaria y cultural, como tantas otras mujeres que eran hermanas, hijas, madres, esposas de hombres conocidos por su profesión. En este caso Carmen Baroja pasa a la historia solo por ser hermana del Pío y Ricardo, así como por ser la madre de Pío Caro Baroja.

Sin embargo, Carmen fue una de las grandes exponentes de la cultura madrileña durante los años de preguerra, coetánea, por tanto, de Valle-Inclán, Azorín, Lorca, Dalí, Buñuel…

En 1926 puso en marcha el teatro de cámara: El mirlo blanco, en el salón de la casa familiar. Compartió este proyecto con sus hermanos y amigos, Valle-Inclán, Azorín y Manuel Azaña, Isabel Oyarzabal y Magda Donato.

Participó activamente en la fundación del Lyceum Club Femenino, en él encontró el espacio adecuado para dar a conocer sus escritos y dar salida a sus inquietudes artísticas. También era importante su papel en el Lyceum, ya que organizaba conferencias y exposiciones.

Aunque la Dereha y la Iglesia Católica atacaban al Lyceum acusando a sus asociadas de promover el ateísmo y la destrucción de la familia, Carmen Baroja entendía que las mujeres debían participar en los cambios sociales de la época.

Su libro más famoso son unas memorias tituladas: “Recuerdos de una mujer de la Generación del 98”. Durante mucho tiempo, las memorias de Carmen Baroja permanecieron inéditas y olvidadas. Esta obra inacabada refleja inteligencia, sensibilidad y sentido del humor, un humor algo cruel y pesimismo existencial.

En sus memorias, Carmen Baroja se reivindica como una persona que formaba parte de esa generación; es una de las pocas mujeres que reivindica así su pertenencia a un grupo literario o cultural. Y la reivindicación tiene fundamento, ya que Carmen Baroja fue una de las artífices del desarrollo de esta generación, gracias, sobre todo, a la realización y creación del cenáculo teatral, ya mencionado: “El mirlo blanco”, en el que un grupo de los mejores dramaturgos de la época representaron sus obras como opción a la decadencia de las salas comerciales en Madrid.

A través de las memorias, sabemos cómo se formó el Lyceum Club Femenino y los inconvenientes con los que se encontraron.

Así, sus memorias son el reflejo de una época, por lo que se pueden considerar memorias históricas. Pero también muestran a una artista reprimida, a una mujer que debió seguir las normas sociales de la época, a una hija, hermana, esposa y madre que estuvo siempre a la sombra de los hombres.

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