A lo largo de la enseñanza obligatoria, algo tan esencial como el cuidado de la salud no forma parte del currículo. Se aprende a leer y escribir, a sumar, restar, multiplicar y dividir, a conocer el pasado y el presente, a utilizar el ordenador, a pensar sobre diversas materias, sin embargo, no hay ninguna asignatura que aporte conocimientos básicos de medicina.
Días atrás, un peatón sufrió en Barcelona un infarto en mitad de la calle, con la buena fortuna de que justo un joven estudiante de medicina pasara casualmente por allí. Un adecuado masaje en el tórax junto con un boca a boca le salvaron la vida. De no haber concurrido tan feliz circunstancia, era muy posible que el interfecto hubiera fallecido. Cabe preguntarse cuántas de las personas circundantes habrían sabido practicar aquellos primeros auxilios. Lo cierto es que, en general, nadie ha aprendido a hacerlo.
Ante semejante episodio de infarto, ¡cuán tranquilizador hubiera sido que cada uno de los viandantes hubiera podido actuar como lo hizo el futuro médico!… Se trata, simplemente, de que se tengan en cuenta ciertas primacías en el sistema educativo. Por ejemplo, y entre otras relevancias, valga mencionar la importancia de conocer cómo se utilizan los extintores de incendios. En efecto, estos artilugios presentes aquí y allá para evitar desgracias, pero de un hermetismo total para la gran mayoría de posibles usuarios enfrentados a un fuego. Jóvenes, adultos o ancianos, hombres o mujeres, ignorando cómo manejarlos. ¿De qué sirve, entonces, que en la mayor parte de edificios de vecinos haya colgado un extintor en la pared de cada dos o tres rellanos si las personas no saben cómo utilizarlos en caso de necesidad? ¡Qué suerte, qué avance en prevención el disponer de estos artefactos!… Así es en apariencia, aunque la realidad sea muy otra.
Estaría bien que los legisladores en educación se plantearan introducir en los cursos de primaria y secundaria materias relativas a características como las mencionadas, tal vez menos espectaculares que otras, pero igualmente útiles; en realidad, indispensables.
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