Ayer miles de trabajadores y trabajadoras salieron de sus sedes de Google para mostrar su rechazo al acoso sexual y exigir que exista un informe transparente sobre los casos de acoso sexual y un trato equitativo.
Según informa la cuenta oficial “Google Walkout For Real Change” se reclama un cambio real de raíz en las conductas de la empresa que se resumen en seis puntos; eliminar la arbitrariedad de los casos de acoso y discriminación, el compromiso de acabar con la desigualdad salarial, publicar transparentemente los casos de acoso sexual, incluir un proceso inclusivo, claro y uniforme para denunciar conductas de acoso sexual de una forma segura y anónima, que el responsable de Diversidad responda directamente al CEO de la compañía ofreciendo recomendaciones directas al equipo directivo y que también se incluya un representante de los trabajadores en la junta.
Un mensaje común aparecía ayer en las mesas de trabajo de aquellas personas que decidieron salir en esta marcha, decía que no estaban en su puesto de trabajo porque estaban manifestándose con otros compañeros y compañeras contra el acoso sexual.
Desde el inicio del movimiento de #metoo, se configuró uno similar dentro de las compañías tecnológicas, donde ha habido muchos casos. Google, tras las presiones recibidas tanto por los propios trabajadores, como por la sociedad, ha ido incorporando nuevas directrices en su política contra el acoso sexual.
Recientemente el director ejecutivo ha aclarado que Google debe aplicar Tolerancia 0 ante este tipo de conductas de acoso, tal y como se recoge en un periódico, Sundar Pichai. El último acusado de acoso sexual, Rich DeVaul, fue despedido sin indemnización, una medida tomada por la protesta de algunas trabajadoras. Según las declaraciones de Pichai, Google ha despedido en los dos últimos años a casi 50 empleados, de los cuales 13 eran altos ejecutivos, por acoso sexual, un comportamiento inadecuado que no se alinea con los valores de la empresa, ni de la sociedad.
Tras el escándalo de indemnizar a uno de sus altos ejecutivos, el creador de Android, Andy Rubin, con 90 millones por su despido, después de constatar que había acosado sexualmente a una de sus subordinadas, las y los trabajadores reclamaban a Google que no se podía dar ese privilegio a quien acosa. Por este motivo, en recientes declaraciones, ahora los despidos de ese tipo no incluyen este beneficio. La presión interna ha sido clave, pero también la externa, ahora que se ha conseguido una gran coacción social para la desacreditación de estas conductas, de modo que, cualquier institución que tape o premie a los acosadores sexuales, proyecta una imagen muy negativa que la desprestigia enormemente.
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