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Enfermedades relacionadas con un posible mal funcionamiento del intestino humano como la obesidad, los trastornos alimentarios, la depresión o el autismo, podrían tener ahora nuevos tratamientos gracias a los hallazgos del estudio A gut feeling [Una sensación visceral], publicado recientemente en la revista Science, que demuestra una conexión mucho más directa del intestino con el cerebro a través de un circuito neuronal que le permite transmitir señales en pocos segundos.

Ya se sabe que más de 100 millones de células nerviosas forman el intestino humano, así como su relación con el cerebro, al provocar sensaciones como hambre, saciedad o malestar por alguna comida. En esta línea, el estudio revela un nuevo conjunto de vías que utilizan las células intestinales para comunicarse rápidamente con el tronco encefálico.

La hipótesis de que los sistemas sensoriales, formados por nervios sensoriales, en conjunto transforman las señales ambientales en señales neuronales, ha sido válida hasta el momento en sentidos como la visión, la audición, el gusto y el tacto. Se sabe que estas células son receptoras sensoriales que informan al cerebro sobre los nutrientes ingeridos. Sabemos ahora que esta hipótesis es válida también para el órgano sensorial más grande del cuerpo humano, el intestino. Además, según estos últimos avances, estas células desempeñan un papel en el metabolismo y la fisiología intestinal al liberar hormonas peptídicas de acción lenta que estimulan las neuronas en todo el intestino y del cerebro.

En conclusión, estos hallazgos anulan una idea instaurada desde hace décadas de que las células enteroendocrinas mandan señales exclusivamente a través de las hormonas. Se permite así, avanzar en la cura de enfermedades de carácter intestinal y relacionadas con las células endocrinas.

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