Esta Soler // Futures without Violence

El repunte histórico que el movimiento feminista y la lucha contra la violencia de género viven a nivel mundial a través de movilizaciones como #metoo o Women’s March marcarán un hito en la historia, como así lo hicieron en los años 60 las luchas por los derechos civiles que, paralelamente a las primeras investigaciones sobre el tema, invirtieron muchos esfuerzos para que la sociedad dejara de considerar la violencia machista un problema que afectaba únicamente al ámbito de la pareja, y reivindicar su erradicación. En el activismo a pie de calle, desde la creación de los primeros refugios, la asistencia a mujeres víctimas de violencia de género o la realización de estadísticas con carácter extraoficial en Reino Unido y EE.UU, las asociaciones feministas contribuyeron de forma crucial a visibilizar el alcance y gravedad de una problemática que hoy en día es considerada una de las principales preocupaciones de la humanidad.

Esta Soler perteneciente a la organización Futures Without Violence, lleva más de 30 años luchando por dar fin a la violencia contra las mujeres, las niñas y los niños. En una charla para TED podemos escucharla decir que siempre ha perseguido con pasión el “no siempre bien entendido” sueño de erradicar esta lacra social. Esta S. cuenta que comenzaron sacando una foto polaroid a cada una de las chicas que llegaban a comisaría tras haber sufrido una paliza en lo que la policía consideraba por aquel entonces una “pelea entre amantes”. Con la fotografía aportaban en los juicios la prueba de las agresiones físicas de las que eran víctimas, “hicimos visible, lo invisible”. A través de la elaboración de estadísticas no oficiales y la organización de casas de acogida en Reino Unido y EE.UU, comenzaron a denunciar las muertes de mujeres a manos de su pareja, al mismo tiempo que organizar la asistencia a mujeres víctimas de la violencia de género en los barrios.

Colectivos de mujeres que, convencidas de su propia capacidad de transformación, buscaron formas de autofinanciación y construyeron un extenso y sólido tejido de servicios para dar respuesta a esta problemática, lo que finalmente generó las reivindicaciones que presionaron para que en 1984, durante el mandato de R. Reagan, se legislara el primer conjunto de medidas y, por fin, en 1994, Bill Clinton firmara la histórica Ley de Violencia Contra la Mujer en EE.UU, posteriormente modificada en 2013.

Esta S. sigue contando que, más adelante, el movimiento se preocupó por la prevención, “necesitábamos una prevención con P mayúscula”, y se dieron cuenta de que “los movimientos tienen que ver con los momentos” cuando relata que sus primeras campañas de concienciación coincidieron con el caso O.J. Simpson y multitud de mujeres comenzaron a contar sus historias; lo aprovecharon y cambiaron la tendencia, y aporta datos: “El New York Times ha publicado más de 7.000 artículos sobre el tema desde 2010”. Otra de las claves que da Soler: “nos dimos cuenta de que no podíamos resolver este problema dejándonos fuera al otro 50% de la población”.

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