Los espacios educativos no mixtos están muy cuestionados porque hay quienes pueden considerarlos sexistas. Sin embargo, hay centros educativos que generan estos espacios precisamente para trabajar la igualdad y otros valores como la amistad, la solidaridad, la libertad. Presentamos las experiencias de dos centros educativos públicos que tienen en común el proyecto de Comunidades de Aprendizaje (CdA), estar considerados centros de alta complejidad, y haber obtenido numerosos y muy importantes premios y reconocimientos por sus buenos resultados en aprendizaje y convivencia.
En el caso de la CdA IPI Sansomendi, la jefa de estudios Edurne Aguirre, nos explica que los temas de igualdad se tratan en muchas escuelas, pero se hace de manera transversal, en tutorías y de una forma muy general, casi siempre desde una perspectiva de la ética; se dice lo que se quiere oír y las voces de los niños a menudo tapan las voces de las niñas. A diferencia de estas dinámicas, en el IPI Sansomendi trabajan desde el Modelo Dialógico de Prevención y Resolución de Conflictos (MDPRC). Comenzaron con formación del profesorado y enseguida pusieron en marcha el Club de Valientes en infantil y primaria. En secundaria, iniciaron el proceso comunitario de creación de la norma y muy pronto “acompañadas por nuestra asesora de CdA Maria Luisa Jaussi, se inició un espacio de tertulias dialógicas (TD) de socialización preventiva de VdG para las niñas, con la lectura del capítulo 4 del libro El amor en la sociedad del riesgo, de Jesús Gómez, que recoge las voces de adolescentes; contamos con la participación de una voluntaria universitaria muy formada en el MDPRC, con un lenguaje del deseo muy interiorizado que nos favoreció mucho al ser para ellas un referente más cercano”, recuerda Edurne.
En estas tertulias tratan los temas de atracción, elección, qué tipo de chicos nos gustan, modelos de masculinidad, la amistad entre mujeres y la solidaridad femenina. El espacio no mixto les permite estar más tranquilas porque además hay una norma muy clara: ‘lo que se comenta en la tertulia queda en la tertulia’. Edurne aclara que “por supuesto no es un espacio de cotilleo, que las niñas son libres de participar y de compartir lo que quieran siempre que sea una participación basada en el respeto… Yo a veces soy quien invita a hablar, pero luego se establecen los diálogos entre ellas y salen cosas muy muy interesantes,… Una opina, otras están de acuerdo o no, preguntan, se interesa, no sabía eso, pienso otra cosa…”.
Además del texto de Jesús Gómez, han trabajado con textos del Diario Feminista, vídeos de Marcos Castro, y la parte de teoría de las guías de acoso y ciberacoso del Ministerio de Educación. “En la última sesión hicimos un cierre, …y dijeron que les gustaba, que era un espacio que les permitía hablar, les ha llevado a la reflexión, a quererse más, a valorarse más como mujeres, como niñas. Yo les digo vosotras sois diosas, quien consiga estar con vosotras se lo tiene que ganar muy mucho. Es esa idea, lo que se dicen las unas a las otras, sus consejos, sus propias inquietudes, experiencias…, comentan cosas que comentan a otras amigas y eso es lo que hacemos”, concluye Edurne satisfecha.
En la CdA Mare de Déu de Montserrat, de Terrassa, con un alto porcentaje de alumnado procedente de Marruecos, cuando soñaron en 2001 que querían formación, las mujeres pedían un espacio propio porque decían que se iban a sentir más cómodas para hacer costura, alfabetización básica o Tertulias Literarias Dialógicas (TLD). Por su parte, los papás preferían el horario nocturno cuando acaban de trabajar, y como resultado se conforma un espacio de papás-hombres.
La directora del colegio, Nuria Marín, explica que las mamás que no se tenían trato, pasado un año se quedaban hablando al salir del colegio de una manera muy amable; ahora entre ellas se ayudan, cuando una no puede recoger a los niños los recoge la otra. Los papás también se quedan en la puerta del colegio estableciendo diálogos comunicativos de amistad. Los vínculos que se pueden establecer gracias a que esta escuela está abierta, a que se escuchan las voces, a que vehiculiza esas demandas que han hecho, provoca una mejora de las relaciones que hace que sus hijos e hijas también sean más amigos. Padres que se han conocido en estas situaciones de formación, después han participado de manera activa en el sueño del barrio, se han sentado juntos para elaborar un proyecto que nunca habían pensado que podían realizar porque no estaba en su imaginario el hacer una tarea académica. Así crece su autoestima, ven más posibilidades, unos con otros se animan para hacer otro tipo de formación como sacarse el carnet para conducir un autocar. Cuando más tarde se creó un grupo de papás para hablar sobre el bullying, ven que les cuesta seguir el discurso sin traducción simultánea y se dan cuenta de que necesitan aprendizaje de la lengua. Estos papás que nunca habían pensado que necesitaban alfabetización básica, porque ellos ya tenían un conocimiento del español para ir a trabajar, ahora lo piden para poder desarrollar ideas complejas, y lo tienen. Que haya estos espacios también provoca que los hombres y las mujeres se relacionen de una manera más fluida. “Aquella ya no es ‘una mujer’, es la mujer de mi compañero de clase, o aquel es el marido de la compañera que comparte conmigo el aprendizaje de la alfabetización. O cuando las mamás hacen TLD con los textos literarios de los clásicos y comentan temas que tienen que ver con la familia, ya no es en abstracto sino que estamos hablando de los hijos, de los maridos participantes, y eso también acerca las relaciones humanas.”
Nuria Marín afirma que “en ningún momento estos espacios se han visto como espacios sexistas; lejos de ser un problema, son una oportunidad para compartir, donde el acceso a una formación que deciden los que la piden, es posible y es una realidad. Los y las participantes toman sus propias decisiones para llegar al objetivo de la formación que es aumentar el éxito académico de los niños y las niñas, tal como dice la ciencia. Al trabajar desde el MDPRC se insiste mucho en la idea de que lo importante son los argumentos, qué escojo y por qué.”
Estas situaciones que se dan en el centro educativo tienen un impacto en el entorno y un buen ejemplo es el que narra Nuria: “Hay padres que están en una asociación musulmana, hablan de nosotros en esa asociación y esa asociación nos pide que vayamos a hacer formación a las formadoras que hay allí para que también sepan cómo se hacen las didácticas en los colegios catalanes. Cuando acaba el Ramadán, hacen una cena para muchas personalidades y al final hacen un reconocimiento personal.”
Esta vez el reconocimiento fue para Nuria Marín por ser una persona que está ayudando tanto a los hijos y las hijas de la comunidad musulmana, que además está demostrando que en una escuela con un 97% de hijos e hijas de inmigrantes, está obteniendo buenos resultados que es lo que ellos quieren. “Estamos encantadas de la vida –nos dice entusiasmada-; en castellano, catalán, inglés y matemáticas estamos por encima de la media de Cataluña en las pruebas de competencias”.
¿Qué hubiera pasado si no se hubieran creado estos espacios por considerarlos sexistas, desoyendo así las voces de quienes estaban pidiendo formación? Simplemente, todo lo aquí narrado no hubiera ocurrido.
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